“Conocer a Jesucristo por la
fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, y transmitir este tesoro a los
demás es un encargo que el Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado.”
Aparecida, 18.
Franklin Astorga, ss.cc., Perú, en su primera
misa:
Dicen que todos los días son buenos para
agradecer por la vida a Dios. Pero esta noche es una bendición maravillosa.
Sinceramente me estremece el corazón al contemplar la presencia de cada uno de
ustedes, con una historia, un camino, un proyecto diferente y que a su vez se
otorgan un tiempo especial para estar presente. Sin embargo, muchos de ustedes
han sembrado en mí semillas como los buenos jardineros que hacen florecer el
mejor de los espíritus. Ahora bien, dentro de ese hermoso jardín puedo
describir y expresar con toda gratitud el amor de mi familia, el testimonio de
mis hermanos y hermanas Sagrados Corazones y el compañerismo de la comunidad de
fieles.
Mi familia. Gracias queridos padres por ser
parte de lo que más amo, gracias por entender mis enfados, gracias por
demostrarme que se puede, gracias por la sencillez de sus vidas y por la
simpleza con que ven las cosas.
Mis hermanos y hermanas Sagrados Corazones.
Gracias por enseñarme en las distintas etapas de formación que una vocación
debe estar enraizada en el amor de Cristo, en los valores fraternos y
religiosos. Gracias por ser esos hombres y mujeres incansables en la reflexión
y en las acciones para mostrar que nuestro carisma y nuestra misión nunca deben
detenerse.
El compañerismo de la comunidad de fieles.
Gracias por mostrarme que en realidad somos una gran familia (la Iglesia). Sus
hogares y su corazón de cada uno de ustedes tienen una fuerza poderosa para
sostener una vocación. Sus oraciones, sus consejos, sus críticas, sus
testimonios, han guiado mi camino todos estos años. Y finalmente quiero
pedirles que sigamos recorriendo juntos este camino, de modo que podamos decir,
Jesucristo, tú eres mi presente y mi futuro. Gracias.
Acción de Gracias Franklin Astorga, ss.cc., Perú, en
su primera Eucaristía. Su ordenación sacerdotal fue el 6 de mayo de 2017.
DESDE LA CASA DE FORMACIÓN.
Oliver Fabián Sevilla Sánchez, 19 Años, Postulante,
Colombia.
Recuerdo que hace 8
años el sacerdote de mi pueblo me regalo
una biblia con esta dedicatoria “Deseándote que por la palabra algún día
llegues a servir a Cristo” siento que
desde ese día Dios me llamo por mi
nombre, y aunque hubieron momentos en que
quise hacer caso omiso a ese
llamado él siempre persevero. Hace ya un año que estoy en este camino de
formación, que me ha servido para
encontrarme cada día con Dios: en el rostro de los jóvenes, los
ancianos, los enfermos, etc. Y así ir
reafirmando este llamado de Servir en Su viña.
¡Joven! No busques a Dios en las alturas, primero, búscalo en tu
corazón y luego en el rostro de los más
necesitados. Y si sientes Su llamado no tengas miedo de responderle: porque El
no quita nada pero si lo da todo.
Jandry Damián Molina, 19 años, Postulante,
Ecuador.
Yo estoy descubriendo mi
vocación por medio de la presencia de Dios en mi vida, como el soluciona mis
problemas, como él se ha manifestado a
través de otras personas y me ha aconsejado. Un día después que paso la misa me
fui al santísimo y lo observe por varios minutos y me desahogue con él, después
supere esos problemas y fue gracias a eso.
Gracias a esas
experiencias que hasta ahora las estoy sintiendo, hace que fortalezca mi
vocación y siga animado en este camino,
así que en la comunidad como en mi vida
personal.
Lo único que puedo
decirle a los amigos vacacionados es que
entren a voluntad propia y se dejen
llevar por lo que Dios les ofrece, es algo que no va hacer una alegría pasajera
sino eterna y saber que acá van a tener
diferentes experiencias.
Esteban
GUMUCIO VIVES ss.cc. (1914-2001)
Esteban nació en
Santiago en Santiago de Chile, el 3 de septiembre de 1914. Cursó sus estudios
en el Colegio los Sagrados Corazones de Santiago (Alameda). Ingresó a la Congregación
a los 18 años de edad. Fue ordenado sacerdote en 1938, en Valpariso.
De joven sacerdote fue
destinado a enseñar en los colegios de los Sagrados Corazones de Valparaíso y
Santiago (Alameda). A los 33 años fue nombrado Superior Provincial, cargo que
ejerció hasta septiembre de 1953. En diciembre de 1955 fue nombrado Maestro de
Novicios, servicio que llevó a cabo en posteriormente en diversos periodos. En
1964 fue destinado a Santiago, junto a algunos jóvenes sacerdotes, para fundar
una nueva parroquia en un naciente sector obrero del sur de la ciudad. Ésta
sería la Parroquia de San Pedro y San Pablo, de la cual puede considerarse
fundador. Fue el primer párroco de San Pedro y San Pablo, entre los años 1965 y
1971; parroquia en la cual volvió a trabajar hasta el día de su muerte. Entre
los años 1986 y 1989 para trabajar en la Parroquia San José de La Unión, de la
cual fue párroco el año 1987.
Durante todos esos años
desarrolló un muy amplio servicio de predicación de retiros al clero,
religiosos, religiosas y laicos, a lo largo de todo Chile, y en países
latinoamericanos. Una especial dedicación y afecto tuvo desde muchos años atrás
por el movimiento Encuentro Matrimonial, con el que siempre colaboró activa y
gustosamente. En su ancianidad tuvo también un particular cuidado por ayudar a
las personas de tercera edad, tanto a través de escritos, como por medio de
jornadas y retiros. El domingo 6 de mayo de 2001 falleció en Santiago de Chile.
Su figura ha pasado a
ser además muy significativa para toda la Iglesia Católica en Chile; laicos,
religiosos y religiosas, sacerdotes y obispos, han visto en Esteban al testigo
fiel de Jesús y al hermano cercano de todos. Sus escritos, elaborados a lo
largo de sus años, en una notable conjunción de fe y vida, permanecerán como el
más vivo testimonio de lo que fue su paso en medio de nosotros.
Esteban Gumucio Vives “FIJOS LOS
OJOS EN JESÚS”.
En buena medida, él ha modelado mucho de lo que actualmente
somos como comunidad religiosa a nivel congregacional. Su figura ha pasado a
ser además muy significativa para toda la Iglesia Católica en Chile; laicos,
religiosos y religiosas, sacerdotes y obispos, han visto en Esteban al testigo
fiel de Jesús y al hermano cercano de todos.
Serían las cuatro de la tarde,
hora humana,
latinoamericanamente sin relojes,
hora recordada,
tiempo de caminante.
«¿Dónde vives?», preguntaron.
Serían las cuatro de la tarde,
hora del amor preferente,
del minuto gratuito,
tiempo medular.
Le seguían.
Dormían los sonidos, las palabras;
en el vientre del silencio
se gestaban pasos y evangelios y martirios.
Todo lo posible estaba allí,
como célula y embrión:
todavía, inseparablemente, rodilla y cerebro.
El oído secreto ya escuchaba
el imperceptible latido
del Hijo del hombre.
«Vengan y vean», dijo Él.
«Fueron y vieron».
Una casa cualquiera,
una puerta fascinante
que convida y arrebata
hacia la tiniebla luminosa;
una puerta pequeña y baja
por la que sólo caben
los que inclinan la cabeza
ante el hijo del carpintero,
ante el hombre de verdad.
Sol maduro de las cuatro de la tarde,
sin rosados de entusiasmo,
ni rojos vespertinos,
ni sombras.
Hora de su paso, tierra caliente,
hora de su venida por el punto exacto
de los pobres,
en el sendero de los humildes.
«Y se quedaron con Él».
Serían las cuatro de la tarde.
( Publicado en Canto desde el centro pp. 18-19. Poema inspirado en la vocación de Andrés y Juan, discípulos de Jesús (Cf. Juan 1,35-39) ).
hora humana,
latinoamericanamente sin relojes,
hora recordada,
tiempo de caminante.
«¿Dónde vives?», preguntaron.
Serían las cuatro de la tarde,
hora del amor preferente,
del minuto gratuito,
tiempo medular.
Le seguían.
Dormían los sonidos, las palabras;
en el vientre del silencio
se gestaban pasos y evangelios y martirios.
Todo lo posible estaba allí,
como célula y embrión:
todavía, inseparablemente, rodilla y cerebro.
El oído secreto ya escuchaba
el imperceptible latido
del Hijo del hombre.
«Vengan y vean», dijo Él.
«Fueron y vieron».
Una casa cualquiera,
una puerta fascinante
que convida y arrebata
hacia la tiniebla luminosa;
una puerta pequeña y baja
por la que sólo caben
los que inclinan la cabeza
ante el hijo del carpintero,
ante el hombre de verdad.
Sol maduro de las cuatro de la tarde,
sin rosados de entusiasmo,
ni rojos vespertinos,
ni sombras.
Hora de su paso, tierra caliente,
hora de su venida por el punto exacto
de los pobres,
en el sendero de los humildes.
«Y se quedaron con Él».
Serían las cuatro de la tarde.
( Publicado en Canto desde el centro pp. 18-19. Poema inspirado en la vocación de Andrés y Juan, discípulos de Jesús (Cf. Juan 1,35-39) ).
1.
¿Qué
significa para ti la expresión “fijos los ojos en Jesús”?
2.
Esteban Gumucio a lo largo de sus años, ha manifestado una
notable coherencia de fe y vida al servicio de los más necesitados, lo
abandonados, lo olvidados por la sociedad siguiendo el estilo de Jesús, por lo
que su testimonio ha permanecido vivo he intacto en medio de nosotros, lo cual
nos desafía a imitar el estilo de Jesús. ¿Para ti qué significa la invitación
que hace Jesús ante la pregunta de los discípulos “maestro dónde vives” y la
respuesta de Jesús “vengan y verán”?
3.
Los
discípulos al ver el lugar de donde procedía Jesús se quedaron con él ¿Tú serías
capaz de quedarte con Jesús cuando conozcas el lugar donde vive?
4.
¿Conoces
algún testigo que haya sido para ti un testimonio de fe y de vida? ¿Qué fue lo
que más te llamo la atención de él?
Beato Eustaquio van Lieshout
Nacido en Aarle-Rixtel
(Países Bajos), el 3 de noviembre de 1890, fue bautizado el mismo día con el
nombre de Humberto. En su vida se pueden distinguir dos grandes períodos: el
tiempo que trascurrió en su país (1890-1924) y el que pasó como misionero en
Brasil (1925-1943).
La época vivida en los
Países Bajos (1890-1924)
Infancia y adolescencia.
Su infancia la pasó con
su familia. Era el octavo de once hermanos. Familia acomodada de campesinos del
Brabante. Familia muy católica en el que cada día se rezaba el Angelus y el
Rosario. Se asistía a la celebración de la Eucaristía no sólo los domingos sino
también entre semana muchas veces. De niño, Humberto, asistió a la escuela de
las Hermanas de la Caridad de Schijndel y después a la del maestro católico
Harmelinck.
Pronto sintió la llamada
al sacerdocio, pero su padre le quería para las labores del campo, pues no le
consideraba capaz de llevar adelante estudios superiores. Ante esta postura de
su padre, Humberto le dijo: “Intentaré dar lo mejor de mí mismo y nosotros
debemos tener confianza en nuestro Señor. Las cosas irán bien”. Fue a Gemert
para asistir a la escuela secundaria y allí permaneció dos años. Habiendo leído
la biografía del P.Damián de Veuster, decidió entrar en la Congregación de los
Sagrados Corazones. Entró en 1905 en la Escuela Apostólica que la Congregación
tenía en Grave y allí continuó los estudios de secundaria.
Formación como religioso
y sacerdote
Terminados los estudios
secundarios, el 23 de setiembre de 1913, fue admitido al noviciado, que en
aquel tiempo se encontraba en Tremeloo en Bélgica. Tomó el nombre de Eustaquio,
con el que se le ha conocido desde entonces. Ante la invasión alemana de
Bélgica en aquel año, tiene que regresar a su casa y pudo continuar el
noviciado en Holanda, haciendo su profesión temporal el 27 de enero de 1915 en
Grave (Países Bajos) y la profesión perpetua el 18 de marzo de 1918 en Ginneken
(Países Bajos). En el 1916 concluyó los cursos de Filosofía y durante los años
1916-1919 hizo los estudios teológicos en Ginneken. Fue ordenado sacerdote el
10 de agosto de 1919.
Ministerio en su propio
país (1919-1924)
Ejerció el ministerio en
su propio país durante cinco años. El primer año lo pasó en Vierlingsbeek como
socio del maestro de novicios. Luego pasó dos años en Maasluis en el servicio
pastoral a los obreros del cristal que eran walones de lengua francesa y que se habían refugiado en los Países
Bajos. Por último, dos años en Roelofarendsveen como vicario aquí su actividad
fue muy intensa cerca de las organizaciones parroquiales así como en el
confesionario y en la asistencia a los enfermos.
En el mes de diciembre
de 1924 fue enviado a España para aprender el español, ya que en principio se
pensaba asumir una misión en Uruguay, a la que se le iba a destinar, sin
embargo después fue enviado a Brasil, donde el idioma era el portugués.
El tiempo trascurrido en
Brasil (1925-1943)
El P.Eustaquio que llegó a Río de Janeiro el
12 de mayo de 1925 trabajó como misionero durante dieciocho años en Brasil. De
los 18 años, 10 en Agua Suja (1925-1935), seis en Poá (1935-1941) luego, en los
dos últimos años de su vida, breves estancias en una serie de casas de la
Congregación: Río de Janeiro, Fazenda de S.José de Río Claro, Patrocinio, Ibiá y, por último, en Belo Horizonte como
párroco de Santo Domingo.
Los superiores creyeron
conveniente trasferirlo como párroco a Belo Horizonte a la parroquia dedicada a
los Sagrados Corazones. Allí va a
permanecer desde el 7 de abril de 1942 hasta el 30 de agosto de 1943, día de su
muerte.
La parroquia de Santo
Domingo de Belo Horizonte era una parroquia periférica, constituida por gente
pobre. Había una capilla provisional. El P.Eustaquio buscó adquirir un terreno
para construir el templo, construcción que él mismo inició y que fue terminada
después de su muerte. Además de todas las actividades parroquiales ordinarias,
cada día el P.Eustaquio recibía unas cuarenta personas en el confesionario, especialmente
se ocupaba de las confesiones de los enfermos. Ante las peticiones de otras
parroquias, acudía con presteza y escuchaba muchas confesiones. Ciertamente
todos le consideraban un verdadero misionero y un santo.
En un cierto momento
contrae la enfermedad del tifus exantemático, que le hizo sufrir mucho y lo
llevó a una muerte prematura, el 30 de agosto de 1943, se preparó al
acontecimiento con la oración y la recepción de los sacramentos. Fue
beatificado el 15 de julio de 2006.
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