161. - “Su
amable carta del 14 de marzo ha venido a cicatrizar un poco la profunda herida
del corazón que vuestra marcha me había causado. Las lágrimas que derramé
entonces eran una clara expresión de mi pena de perderos y del presentimiento
de la situación penosa y extraña en la que habría de pasar el resto de mi
vida.” [1]
162. - “Efectivamente,
querido padre, después de haber perdido en usted un buen compañero en esta
triste leprosería, no he vuelto a tener más que momentáneamente la visita de un
hermano cada dos o tres meses. Además, la terrible enfermedad, cuyos comienzos
conoce, hace progresos espantosos y amenaza con dejarme irregular y quizá
incapacitado para celebrar la santa misa, y no teniendo otro sacerdote, me veré
privado hasta de la santa comunión y del Santísimo Sacramento. Esta privación
es lo que más me costaría y me haría insostenible mi situación.”[2]
163. - “No
serán la enfermedad y los sufrimientos los que me descorazonarán, a buen
seguro. Hasta este momento me siento feliz y contento, y si me dieran a escoger
la posibilidad de salir de aquí curado, respondería sin dudarlo: "Me quedo
para toda la vida con mis leprosos".”[3]
164. - “Gracias
por vuestra amable y simpática carta de 13 del corriente. Desde hace unos seis
años, jamás he tenido ni la idea ni el deseo de abandonar a mis queridos
leprosos de Kalawao. El año pasado, al darme cuenta de que la enfermedad
empezaba a aparecer en la oreja, expresé el deseo de tener un apoyo, quiero
decir, una pequeña habitación en el parque de Kakaako, donde residir algunos
días cuando una necesidad de conciencia o cualquier otra razón me obligara a ir
a Honolulú.”[4]
165. - “No
teniendo ya confianza alguna en nuestros mejores médicos europeos de que puedan
detener el progreso de esta terrible enfermedad, deseé vivamente consultar
entonces al doctor Goto, pero por prudencia, para no
herir a nuestros sabios médicos, guardé este deseo en mi corazón. El
rechazo absoluto, expresado con el tono de un policía más que con un tono de
superior religioso, y eso en nombre del obispo y del ministro, como si la
Misión fuera a ser puesta en cuarentena en el momento en que yo apareciera por
Honolulú, me causó mayor pena, lo confieso francamente, que todo cuanto he
tenido que sufrir desde mi infancia. Ante ello, he respondido con un acto de
sumisión absoluta en virtud de mi voto de obediencia. “Me mantengo en paz.”[5]
166. - “Sigo
esperando que nuestro Señor, por la intercesión de nuestra buena Madre, haga un
milagro por mí. Pero, en fin, no soy digno. Siempre
resignado a la santa voluntad de Dios en nuestros sufrimientos, cada vez más
agudos, permanezcamos, monseñor, "muertos en Cristo y nuestras
vidas estén escondidas en Dios".[6] (Perdonadme)
.Vuestro hijo.”[7]
167. - “Aquí
tenéis la traducción de vuestra carta y la comunicación de Meyer. Me aconseja
él mismo que haga una corta visita a Honolulu para consultar al doctor Goto,
etc. En virtud de mi voto de obediencia no puedo seguir su consejo, en espera
de que su ilustrísima me obtenga del superior la revocación de la orden severa
que me ha dado creyendo cumplir con su deber.”[8]
168. - “No
os sorprendáis demasiado, ni tampoco sufráis mucho, al saber que uno de
vuestros hijos espirituales está condecorado no sólo con la real cruz de la
Orden de Kalakaua[9], sino también con la cruz un poco
más pesada y menos honrosa de la lepra, con la que nuestro divino Salvador ha
permitido que esté estigmatizado.”[10]
169. - “Sólo
mi sermón no estuvo a la altura de las circunstancias: estuve demasiado
preocupado y demasiado cansado para entrar a fondo en el hermoso y amplio tema
del Corpus y además no quise en ese día cometer mi pecado habitual, que es el
de ser demasiado largo en mis sermones.”[11]
170. - “Tuve
entonces un gran empeño en ir a consultar a este doctor por mi propia
enfermedad que acababa de manifestarse en la oreja. Por obediencia a nuestro
viceprovincial retardé mi viaje a Honolulu hasta el pasado julio.”[12]
171. - “Nuestras
dos hermanas Genie y Paulina, y tal vez también Constanza[13],
rezan mucho por ella como por nosotros, pobres desterrados en este mundo.
Supongo que también Leoncio y Gerardo son cristianos ejemplares. Te ruego que
te intereses mucho por su bien espiritual, así como por el de toda la familia.
Dios es quien ha querido que la obediencia fijara tu residencia en nuestro país
natal. Por eso tu misión consiste fundamentalmente en trabajar por la salvación
de nuestra querida familia y la de nuestros compatriotas, como la mía está
predestinada entre los leprosos de Molokai.”[14]
172. - “Doy
gracias a nuestro divino Salvador de que, por el ejemplo de un pobre sacerdote
que cumple con toda sencillez los deberes de su vocación, haya encendido en su
corazón ese noble espíritu que encuentra agradable el sacrificio de sí mismo.
Como dice en su carta, el Santísimo Sacramento es realmente en
todos nosotros, para mí como para usted, el estímulo que empuja a renunciar a
todas las ambiciones del mundo.”[15]
173. - “Sin
la presencia continua de nuestro divino Maestro en el altar de mis pobres capillas,
jamás hubiera podido perseverar compartiendo mi destino con los leprosos de
Molokai. Las consecuencias estaban previstas, pero ahora comienzan a
manifestarse por la superficie de mi cuerpo y se dejan sentir en todo mi
organismo.”[16]
174. - “Como
la santa comunión es el pan de todos los días para el sacerdote, me siento
feliz, bien contento y resignado en el ambiente un tanto excepcional en que la
divina Providencia se ha complacido colocarme.”[17]
175. - “Vive
ahora con el sacerdote leproso y, como un verdadero hermano lleno de compasión,
me ayuda a cuidar a los enfermos. El también, aunque no sea sacerdote,
encuentra su consuelo en el Santísimo Sacramento. Sin duda que usted admirará
como yo el poder de la gracia de Dios en mi nuevo compañero y dígnese tener la
bondad de permitirme rezar cada día por usted y sus hermanos, para que podamos
todos tener una misma fe y pertenecer a la misma verdadera Iglesia,
una y apostólica, y habiendo alcanzado todos estar unidos en Jesucristo,
obtener la misma corona eterna en el cielo.”[18]
176. - “Que
la bendición eterna de Dios permanezca con usted y su familia y con todos
cuantos puedan contribuir, de cualquier manera que sea, al alivio de mi pobre
gente enferma.”[19]
177. - “Que
Dios les bendiga a todos y se digne tener piedad de mí en mi purgatorio de
Kalawao, donde el baño de agua caliente a las diez de la noche y a las cinco de
la mañana me hace gritar a veces cuando el agua está demasiado caliente.”[20]
178. - “Tened
la bondad de hacer inscribir mi nombre en la Asociación de Oración del
reverendo padre Lerins: José Damián de Veuster (el leproso pecador que tan
raramente se confiesa)…. Recemos unos por otros.”[21]
179. - “No
sé cómo expresarle todo el agradecimiento de mis infortunados hijos en Cristo
por la alegría extraordinaria que vuestro gran corazón nos ha proporcionado a
todos ese día. Ojalá que las oraciones de los enfermos de Kalawao hagan
descender sobre usted la bendición celeste de nuestro Señor Jesús.”[22]
180. - “Estoy
de acuerdo con usted, señorita, en que la vida de un sacerdote en medio de 600
personas enfermas y moribundas es preciosa, y aunque yo preferiría ser llamado
a un mundo mejor, le ruego que se una a mí para pedir a Dios todopoderoso, por
la intercesión de nuestra bienaventurada Madre, si no el milagro de una
curación completa de la que me siento indigno, sí al menos que se detenga el
progreso de la creciente enfermedad, para que me permita continuar dedicándome
a las necesidades espirituales y corporales de nuestros leprosos de Molokai. En
enero, una vez pasadas las fiestas, trataré de hacer lo mejor que pueda la
novena a nuestra Madre del Buen Consejo de Gennazano, que usted me sugiere
amablemente.”[23]
181. - “Hace
cinco meses yo estaba imposibilitado y débil, con dificultad podía decir la
santa misa. Hoy, gracias a Dios y a la Virgen santa, me siento
de nuevo fuerte y robusto (aunque todavía leproso).”[24]
182. - “Ahora,
un pequeño detalle bien penoso para mí y quizá también para el buen corazón de
nuestro querido reverendísimo padre[25], pero siendo su
hijo muy obediente y muy resignado con su suerte, me creo en la obligación de
comunicárselo, porque no es más que una consecuencia práctica e inevitable de
la marcha de Molokai del padre Alberto. En el mes de julio último, después de
haber pasado más de tres meses sin ver un hermano, me escapé casi en contra de
la obediencia debida a mi superior religioso y fui a Honolulu, donde tuve el
consuelo de confesarme con monseñor. Esa misma semana ya estaba de vuelta aquí,
y desde entonces he visto una vez al padre Columbano a comienzos de octubre
(ésta es la visita de que os habla en su carta).”[26]
183. - “Ya
estamos en el último día del año y aún no sé cuándo llegará mi confesor. El
padre tiene demasiado trabajo en Maui para poder venir muchas veces a esta
isla, en la que hay varias capillas sin sacerdote. No teniendo ya libertad para
viajar fuera del establecimiento, me hallo imposibilitado para ir a visitar a
otros hermanos y no puedo hacer otra cosa que esperar con paciencia la llegada
de un sacerdote para confesarme. Rece y haga rezar por mí, para que Dios se
digne confirmarme en gracia, como en otro tiempo lo estuvieron los apóstoles. ¡Ah!,
yo que soy un pobre pecador! [27]….”[28]
184. - “Es
este alejamiento de todo hermano de nuestra querida Congregación lo que me
resulta más penoso que la enfermedad de la lepra. Guarden todo esto secreto
entre usted y el reverendísimo padre y entiéndanse los dos para encontrar la
mejor solución. Puesto que no pido otra cosa que permanecer y morir en Kalawao,
leproso o no, déjenme continuar mi carrera hasta el fin[29].
Por lo demás estoy contento y feliz y no me quejo de nadie.”[30]
185. - “Esperando
a mi confesor, me confieso de vez en cuando ante el Santo Sacramento. …Recemos
unos por otros.”[31]
186. - “Sus
dos cartas del 1 de diciembre, con la letra de cambio por 975 libras esterlinas,
han llegado a buenas manos. Que su esfuerzo, tan profundamente apreciado, por
socorrer a mi desdichado pueblo sea para usted, para su familia y para cuantos
han contribuido tan generosamente como un imán que atraiga sobre cada uno de
ustedes gracias especiales de Dios, según la palabra de las santas
Escrituras que dice: "El hombre misericordioso hace un bien a su
alma"[32], y como dice el ángel
Rafael a Tobías: "La limosna vale más que el oro y los tesoros.
Porque la limosna libra de la muerte y es la que borra los pecados y encuentra
la misericordia y la vida eterna"[33]. ...[34].
187. - “Agradezco
de todo corazón a los caritativos donantes la confianza que han puesto en mí
para disponer y distribuir sus generosas ofrendas, que aliviarán a los
desdichados leprosos en su pobreza.”[35]
188. - “Como
ahora estamos en la estación fría, he enviado hoy a nuestros comerciantes de
Honolulu un encargo de vestidos para paliar las necesidades de nuestros
numerosos leprosos, unos 500 a 600. Tengo la intención de guardar en reserva el
resto de la suma para futuras necesidades. Cuando lleguen aquí las mercancías,
el olor agradable de la flor del amor de los ingleses será altamente estimado y
muchos desdichados leprosos en apuros, cuyos miembros fríos y adormecidos
sentirán de nuevo el bienestar causado por los vestidos de abrigo, lo
recordarán por largo tiempo. Sin duda alguna el gran número de beneficiarios,
cualquiera que sea la denominación religiosa a la que puedan pertenecer, os
expresarán su gratitud y ofrecerán una fervorosa oración por todos sus
bienhechores.”[36]
189. - “Mi
enfermedad se manifiesta ahora sobre todo en el exterior y no me hace sufrir
tanto en los miembros. En cuanto al remedio eficaz contra esta enfermedad
incurable, lo dejo en las manos del Todopoderoso, que conoce mejor que yo lo
que contribuye a nuestra santificación durante nuestra corta estancia en este
mundo. La santa Virgen, nuestra Madre de todos, en cuyas manos he confiado mi
salud desde el día de mi llegada a este asilo de muerte, podría facilísimamente
obtenerme un milagro, pero también sabe mejor que yo lo que puede abreviar mi
camino hacia el cielo. Por mi parte, me siento muy feliz y completamente
satisfecho de mi suerte.”[37]
190. - “Supongo
que la razón por la que ya no me escribes se debe a que algunos periódicos
belgas han publicado la muerte de tu hermano exiliado. Desgraciadamente, Dios
todopoderoso todavía no me ha sacado fuera de este desdichado lugar y aún sigo
aquí, aunque inútil, cumpliendo mi tarea diaria como de costumbre, no sé por
cuantos años más. Ha sido del agrado del Señor confiarme el cuidado del bienestar
espiritual de los infortunados leprosos desterrados en Molokai.”[38]
191. - “Como
ya sabes, hace tiempo que la divina Providencia me escogió para convertirme en
víctima de esta nuestra repugnante enfermedad. Espero permanecer eternamente
agradecido a Dios por este favor. Me parece que esta enfermedad abreviará un
poco y hasta hará más estrecho el camino que me conducirá a nuestra querida
patria. En esta esperanza he aceptado esta enfermedad como mi cruz especial;
trato de llevarla como Simón Cirineo, siguiendo las huellas de nuestro divino
Maestro. Te ruego me ayudes con tus oraciones, para que me obtengan la fuerza
de la perseverancia, hasta que llegue a la cima del calvario.”[39]
191a. - “Aunque
la lepra se haya agarrado con fuerza a mi cuerpo y me haya desfigurado un poco,
continúo estando fuerte y robusto y los terribles sufrimientos de mis pies han
desaparecido. Hasta ahora la enfermedad no ha deformado mis manos y continúo
diciendo todos los días la santa misa. Este privilegio es mi mayor consuelo,
para mí tanto como para la felicidad de mis numerosos compañeros de miseria,
que todos los domingos llenan mis dos iglesias, en las que reservo
perpetuamente el Santísimo Sacramento. Cincuenta huérfanos viven aquí conmigo y
me ocupan casi todo el tiempo libre.”[40]
192. - “Hago
cuanto puedo por plantar y regar el campo que nuestro divino Salvador me ha
confiado. Aquí y allá arranco también alguna mala hierba. Pero para obtener el
verdadero fruto de conversión necesito de modo especial las oraciones de las
almas devotas y compasivas con mis pobres leprosos. Así, puesto que no vienes
en persona[41], ruego que al menos te asocies a mi
misión, totalmente excepcional, para conseguir su conversión.”[42]
193. - “Continúo
siendo el único sacerdote en Molokai. El padre Columbano y últimamente el padre
Wendelin Moellers son los únicos hermanos que he visto desde hace dieciseis
meses. Por tener tanto que hacer, el tiempo se me hace muy corto; la alegría y
el contento del corazón que me prodigan los Sagrados Corazones hacen que
me crea ser el misionero más feliz del mundo.”[43]
194. - “Así
el sacrificio de mi salud, que Dios ha querido aceptar haciendo fructificar un
poco mi ministerio entre los leprosos, lo encuentro después de todo bien ligero
e incluso agradable para mí, atreviéndome a decir como san Pablo: ‘Estoy
muerto y mi vida está escondida con Cristo en Dios.’[44]…[45]
195. - “Yo,
J. Damián De Veuster, sacerdote católico, residente en el asilo de los leprosos
de Molokai, estando sano de espíritu y de memoria, doy fe, declaro y público
que ésta es mi última voluntad y mi testamento. A saber: Doy y lego todo mi
haber, inmueble, personal y mixto que yo pueda poseer en las islas Hawaii en el
momento de mi muerte, al Reverendísimo Hermann Köckemann, Obispo de Olba y
Vicario apostólico de las islas Hawaii y a sus sucesores en el cargo. Por las
presentes nombro y pongo al Rev. Padre Clemente como mi ejecutor testamentario.
En testimonio de lo cual pongo mi firma y mi sello hoy, dieciocho de noviembre
del año de gracia mil ochocientos ochenta y siete (18 noviembre 1887), J.
Damián De Veuster. (Sello)…[46]
196. - “Que
Dios todopoderoso le bendiga, mi querido amigo, y le proteja en sus viajes y en
sus negocios. Cuando llegue a nuestras islas, me gustaría verle pronto en
Molokai y espero que nuestro encuentro será agradable en todos los aspectos. Le
deseo una santa fiesta de Navidad y un feliz Año Nuevo. Quedo siempre su amigo
en el Sagrado Corazón de Jesús. J. Damián de Veuster, Sacerdote católico.”[47]
197. - “Siendo
excepcional la circunstancia en que me encuentro, ¿por qué no venir en mi
auxilio por caminos un poco excepcionales? Del buen padre Gregorio no puedo
esperar otra cosa que el que sea para mí una pesada carga, más bien que una
ayuda. Se le escapan gritos terribles de repente, como si se tratara de un
hombre que está loco o en delirio permanente. Por amor a él, no me atrevo a confiarle
a otro para que lo cuide. En cuanto a mi, tan robusto como estoy, mis manos
están más amenazadas por la enfermedad, como para que al fin me dejen irregular
para decir la santa misa. Poniéndome a vuestros pies, monseñor, os ruego nos
deis vuestra bendición de padre y tened piedad de nosotros. Vuestro muy humilde
J.D.”[48]
198. - “Hoy
una pequeña inflamación en los ojos[49] me impide
por primera vez decir la santa misa, y si no mejora en una o dos horas, tendré
que dejar, por primera vez desde mi ordenación en 1864, de rezar mi breviario.
Tenga la bondad de interceder por mi causa ante Dios y ante nuestro
reverendísimo Padre. Su afectísimo servidor. J. D.”[50]
199. - “Muchos
médicos y otras personas me aconsejan hacer esto o aquello, mas en vano, para
curar esta enfermedad incurable. Creo en la posibilidad de un milagro, como se
narra en la Sagrada Escritura, pero no creo en un remedio natural contra la
lepra. Será el cementerio verde el que parará el progreso de nuestro mal y
entonces todo irá bien. Continuamos felices y resignados con la voluntad de
Dios…”[51]
200. - “Llevado
por el deseo de tener nuestra iglesia en Kalawao proporcionada al precioso
tabernáculo[52], trabajo todos los días con el albañil
y los carpinteros, para construir una iglesia casi nueva. Los gastos ascenderán
a más de mil, pero esperamos que nuestra Santa Madre y San José nos
proporcionen los medios para pagar deudas…. Un buen viejo irlandés, leproso,
hace de albañil. Si Dios Todopoderoso prolonga mi estancia y mantiene el ánimo
construiremos una iglesia espaciosa para todos aquellos que vengan detrás de
nosotros…”[53]
201. - “Estoy
contento de que se sienta feliz y de que la bendición del Todopoderoso parezca
acompañaros. Seámosle siempre fieles y sirvámosle lo mejor que podamos, reconociendo
que somos grandes pecadores. Que su santa gracia penetre en nuestros corazones
y, en consecuencia, ningún respeto humano y ninguna consideración vulgar nos
impedirá practicar nuestra santa fe como el Señor lo desea y ordena. Los dos
somos fieles súbditos de nuestro rey Kalakaua, cuyo nombre raramente se
menciona aquí, en la leprosería, pero seamos cada vez más leales a nuestro
divino Salvador. Usted se encuentra bien y su salud es buena. Yo me voy
haciendo viejo y débil. Sé que mis días están contados y no espero permanecer
largo tiempo en este miserable mundo. Siento que la enfermedad ha penetrado
hasta mis pulmones y pronto, espero, ya todo estará bien cuando yo esté bajo la
colcha verde[54].”… .[55]
202. - “Le
agradezco sinceramente su acto de caridad hacia los marginados de la sociedad:
los leprosos de Molokai. Que nuestro divino Salvador nos dé -a su reverencia y
a mí- la gracia particular de trabajar en su viña como sacerdotes fieles hasta
la muerte, cada uno en la situación especial que a El plugo concedernos. Ahora,
hace casi 16 años, que me siento feliz y muy a mi gusto entre mis
enfermos y moribundos de Molokai; reconozco que voy estando cada vez más
enfermo. Encuentro mi alegría y mi paz meditando sobre el ‘Cupio dissolvi et
esse cum Christo’[56]; con estas palabras San Pablo
expresa clarísimamente el consuelo del corazón que nuestro Redentor da a sus
fieles servidores…”[57]
203. -“La
tarjeta del 8 de octubre me demuestra que, en mi asilo de leprosos desterrados
de Molokai, tengo amigos desconocidos y personas caritativas que piensan
siempre con simpatía verdaderamente cristiana en nuestros leprosos marginados y
en su indigno sacerdote. Muchas gracias a vuestros estudiantes por su
gentileza. Os ruego especialmente rezar por mí; mi fin está cerca. Os deseo
todo bien en los Sagrados Corazones, J.D.”[58]
204. - “Querido
amigo: … En cuanto a mí, Dios conoce qué es lo mejor para mi pobre alma:
le dejo decidir si mis días habrán de ser más o menos numerosos. Desde que le
escribí la última vez, he avanzado a pasos rápidos hacia nuestro
cementerio. Ahora la enfermedad ha atacado los pulmones y lentamente me he ido
quedando muy débil.”[59]
205. - “Nuestras
oraciones, aunque muy imperfectas; nuestros largos, bien largos sufrimientos
ofrecidos todos los días en unión de los méritos y los sufrimientos de nuestro
Señor, tengo la firme esperanza de que obtendrán para todos nuestros
bienhechores las gracias particulares que cada uno más necesite para su
bienestar temporal y eterno.”[60]
206. - “Que
las bendiciones de Dios les concedan a todos abundantemente la gracia de
construir en su alma un templo perfecto y espiritual, el templo de Dios, que
excede con mucho el valor de lo que han tenido la amabilidad de enviarme. Esta
es la oración diaria de su servidor muy agradecido.”[61]
207. - “Es
imposible decirle lo felices que nos hemos sentido con la visita de nuestro
común amigo el señor Eduardo Clifford, que ha permanecido entre los pobres
exiliados leprosos. Durante su estancia entre nosotros se ha esforzado y
agotado por poner un poco de alegría en nuestra comunidad de leprosos con
su linterna mágica, su caja de música y sobre todo con su propia voz, tan
delicada. Con su obra artística le hará ver la ruina que ha causado mi
enfermedad en todo mi organismo. Apenas queda un débil rayo de esperanza de que
pueda restablecerme, a no ser por un milagro, pero para eso no he querido
tentar al Señor, convencido como estoy de que es su santa voluntad que yo muera
de la misma manera y de la misma enfermedad que mis compañeros de aflicción.”[62]
208. - “Ante
el mal estado de salud en que ya me encuentro, el que Dios ha querido
concederme, he dejado de escribirte como lo hacía anteriormente, igual que a la
familia. Pero pienso que todos vosotros deberíais escribirme al menos como
antes, y aún más a menudo. En fin, estoy siempre feliz y contento; no deseo
otra cosa, que se cumpla la voluntad de Dios.”[63]
209. - “Los
ingleses de Londres, tanto protestantes como católicos, sienten una gran
simpatía por mí y por la obra a que me he consagrado.”[64]
210. - “Por
favor, saluda a todos los padres y hermanos de Lovaina, como también a Gerardo
y Leoncio y a toda la familia. En el altar, al que hasta hoy puedo subir todos
los días (aunque con una cierta dificultad), no os olvido a ninguno y, en
correspondencia, os ruego que recéis y hagáis rezar por mí, que voy
arrastrándome despacio hacia mi tumba. Quiera Dios fortalecerme y concederme la
gracia de la perseverancia y de una buena muerte.”[65]
211. - “Al
señor Eduardo Clifford, mi afecto y mis mejores deseos al buen amigo Eduardo.
Intento subir despacio mi camino de la cruz y espero encontrarme pronto en la
cima de mi Gólgota. Suyo siempre, J. Damián, sacerdote católico.”[66]
212. - “Mi
querido Eduardo Clifford: Su carta, tan llena de simpatía, del 24 del
corriente, ha venido a traer un poco de suavidad a mi estado bastante
miserable. Me esfuerzo lo mejor que puedo por llevar, sin quejarme demasiado y
de manera útil para la santificación de mi alma, las miserias previstas hace
tanto tiempo de la enfermedad, que es, después de todo, un agente del que se
sirve la Providencia para despegar el corazón de todo afecto terreno, y animar
al mismo tiempo el deseo del alma cristiana por estar unida, cuanto antes
mejor, a aquel que es su única vida.”[67]
213. - “Durante
su largo viaje de vuelta no olvide, se lo ruego, el camino estrecho que los dos
debemos seguir cuidadosamente, para que nos encontremos los dos en la casa de
nuestro Padre común y eterno. Mis afectuosos saludos y mis oraciones y mejores
deseos para todos los amigos simpatizantes. Buen viaje, querido amigo, y adiós
hasta el cielo. Totus tuus. J. D.”[68]
214 "Qué contento
estoy de haber dado todo a monseñor; ahora muero pobre, ya no tengo nada
mío".[69]
215.- "¿Ve
mis manos? -me decía-; todas mis llagas se cierran, la costra se pone negra: es
signo de muerte, usted lo sabe bien. Fíjese también en mis ojos; he visto morir
a tantos leprosos, que no me engaño; la muerte no está lejos. Mucho me habría
gustado ver una vez más a monseñor; pero Dios me llama a celebrar la pascua con
El. Bendito sea Dios.[70]
216.- "Qué
bueno ha sido Dios -me dijo durante el curso de ese día- al conservarme lo bastante
para tener a dos sacerdotes a mi lado que me asistan en mis últimos momentos; y
además saber que están en la leprosería las buenas hermanas de la Caridad. Es
mi Nunc dimitis. La obra de los leprosos está asegurada; por consiguiente, ya
no soy necesario, y así dentro de poco me iré allá arriba."[71].
217.- "Padre, usted
aquí representa para mí a la Congregación, ¿no es cierto? Digamos juntos las
oraciones de la Congregación. ¡Qué bueno es morir hijo de los Sagrados
Corazones!"[72]
[1] . Carta nr. 213, al P. Alberto Montiton,
Kalawao, Mayo 1886
[2] . Carta nr. 213, al P. Alberto Montiton,
Kalawao, Mayo 1886
[3] . Carta nr. 213, al P. Alberto Montiton,
Kalawao, Mayo 1886
[4] . Carta nr. 214, a Mgr. H. Köckemann, Kalawao,
16 junio 1886
[5] . Carta nr. 214, a Mgr. H. Köckemann, Kalawao,
16 junio 1886
[6] . Original en latín: ‘mortui in Christo et vitae
nostrae sint absconditae in Deo (adaptación de Col 3,3).”
[7] . Carta nr. 214, a Mgr. H. Köckemann, Kalawao,
16 junio 1886
[8] . Carta nr. 215, A Mgr. H. Köckemann, Fiesta del
S. Corazón, 2 julio 1886
[9] . Damián recibió esta condecoración en
1881.”
[10] . Carta nr. 218, al Rvmo. P. Marcelino Bousquet,
Kalawao, Molokai, 26 agosto 1886
[11] . Carta nr. 218, al Rvmo. P. Marcelino Bousquet,
Kalawao, Molokai, 26 agosto 1886
[12] . Carta nr. 218, al Rvmo. P. Marcelino Bousquet,
Kalawao, Molokai, 26 agosto 1886
[13] . Hay que notar su reticencia cuando habla
de Constanza, lo mismo que en la carta del 2 de febrero de 1885.”
[14] . Carta nr. 220, a su hermano Pánfilo, Fin
agosto 1886
[15] . Carta nr. 221, al Rev. H.B. Chapman, Kalawao,
Molokai, 26 agosto 1886
[16] . Carta nr. 221, al Rev. H.B. Chapman, Kalawao,
Molokai, 26 agosto 1886
[17] . Carta nr. 221, al Rev. H.B. Chapman, Kalawao,
Molokai, 26 agosto 1886
[18] . Carta nr. 221, al Rev. H.B. Chapman, Kalawao,
Molokai, 26 agosto 1886
[19] . Carta nr. 221, al Rev. H.B. Chapman, Kalawao,
Molokai, 26 agosto 1886
[20] . Carta nr. 228, a Mgr. H. Köckemann, Kalawao, 9
diciembre 1886
[21] . Carta nr. 228, a Mgr. H. Köckemann, Kalawao, 9
diciembre 1886
[22] . Carta nr. 229, a la señorita Elisabeth Harper
- Brooklyn, Kalawao, Molokai, 28 diciembre 1886
[23] . Carta nr. 229, a la señorita Elisabeth Harper
- Brooklyn, Kalawao, Molokai, 28 diciembre 1886
[24] . Carta nr. 230, al R.P. Janvier Weiler,
Kalawao, Molokai, 30 diciembre 1886
[25] . El superior general
[26] . Carta nr. 230, al R.P. Janvier Weiler,
Kalawao, Molokai, 30 diciembre 1886
[27] . Original en flamenco: ‘Helaas armen zondaer
dat ik ben’
[28] . Carta nr. 230, al R.P. Janvier Weiler,
Kalawao, Molokai, 30 diciembre 1886
[29] . Original en latín: perficere eursum
meum us que inflnem. Texto de He 20,24.”
[30] . Carta nr. 230, al R.P. Janvier Weiler,
Kalawao, Molokai, 30 diciembre 1886
[31] . Carta nr. 230, al R.P. Janvier Weiler,
Kalawao, Molokai, 30 diciembre 1886
[32] . Original en latín: ‘Benefacit animae suae vir
misericors’, (Prov. 11,17)
[33] . Tob. 4, 11
[34] . Carta nr. 232, al Rev. H.B. Chapman
(Brouillon), 20 enero 1887
[35] . Carta nr. 232, al Rev. H.B. Chapman
(Brouillon), 20 enero 1887
[36] . Carta nr. 232, al Rev. H.B. Chapman
(Brouillon), 20 enero 1887
[37] . Carta nr. 241, publicada en el ‘Empire’
(Canada), Kalawao, Molokai, 8 nov. 1887
[38] . Carta nr. 243, a su hermano P. Pánfilo.
Molokai, 9 noviembre 1887
[39] . Carta nr. 243, a su hermano P. Pánfilo.
Molokai, 9 noviembre 1887
[40] . Carta nr. 243, a su hermano P. Pánfilo.
Molokai, 9 noviembre 1887
[41] . De estas manera sabemos que el superior
general prefirió que Pánfilo se quedara en Europa
[42] . Carta nr. 243, a su hermano P. Pánfilo.
Molokai, 9 noviembre 1887
[43] . Carta nr. 243, a su hermano P. Pánfilo.
Molokai, 9 noviembre 1887
[44] . Original en latín: ‘Mortuus sum et vita mea
abscondita est cum Christo in Deo’ (adaptado de Col. 3,3)
[45] . Carta nr. 243, a su hermano P. Pánfilo.
Molokai, 9 noviembre 1887
[46] . Nr. 244, ‘ültima Voluntad o testamento’, 18
noviembre 1887
[47] . Carta nr. 246, a Mr. Edward Clifford, Kalawao. Molokai,
8 diciembre 1887
[48] . Carta nr. 251, a Mgr. Hermann Köckemann,.
Kalawao, 2 febrero 1888
[49] . En una carta del 20 de agosto de 1888, el
superintendente Meyer habla de esta inflamación. Lo que permite datar la carta
[50] . Carta nr. 264, al R.P. Janvier, agosto
1888?
[51] . Carta nr. 266, al Rev.P. Daniel E. Hudson,
C.S.C.. Kalawao, Molokai, 8 agosto 1888
[52] . Tabernáculo que le habían enviado de EE.UU.
[53] . Carta nr. 266, al R.P. Daniel E.Hudson,
C.S.C., Kalawao, Molokai 8 agosto 1888
[54] . La hierba del cementerio. El padre Damián
conserva el sentido del humor.”
[55] . Carta nr. 268, al Doctor Kuehn, Kalawao,
Molokai, 3 octubre 1888
[56] . ‘Quiero morir y estar con Cristo’ .
[57] . Carta nr. 269, al Rev. J.N.Wall. Kalawao,
Molokai, 8 octubre 1888
[58] . Carta nr. 270, al Rev. P. J. Rainer, Rector
del Seminario Provincial, S. Francis, Wis. USA, 4 noviembre 1888
[59] . Carta nr. 271, a Mr. E. Clifford, 11 noviembre
1888
[60] . Carta nr. 274, al Rev. B.H. Chapman, 1889?
[61] . Carta nr. 274, al Rev. B.H. Chapman, 1889?
[62] . Carta nr. 274, al Rev. B.H. Chapman, 1889?
[63] . Carta nr. 275, a su hermano Pánfilo. Kalawao,
12 febrero 1889
[64] . Carta nr. 275, a su hermano Pánfilo. Kalawao,
12 febrero 1889
[65] . Carta nr. 275, a su hermano Pánfilo. Kalawao,
12 febrero 1889
[66] . Carta nr. 276, Nota a Mr. Edward Clifford.
Kalawao, 21 febrero 1889
[67] . Carta nr. 277, a Edward Clifford, Kalawao, 28
febrero 1889
[68] . Carta nr. 277, a Edward Clifford, Kalawao, 28
febrero 1889
[69].- Después de haber firmado los documentos de su
testamento. Carta de P. Wendellin al Superior General
[70].- Ibidem
[71].- Ibidem
[72].- Ibidem
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