61.- “Cuanto más cansado me
siento el domingo por la tarde, tanto más feliz me hallo, sobre todo si alguna
oveja perdida ha querido entrar en el redil del Señor. La tarde del domingo la
empleo bien en confesar, bien en dar clases de teología canaca… Este año espero
poder aplicarme un poco más a la visita de los enfermos, al estudio, si la
Providencia no me envía otras ocupaciones. ¡Ay! ¿Qué es la vida del
misionero sino pena y miseria? Todo el tiempo trabajando como Marta y poco
tiempo para estar al pie del Salvador, como María Magdalena. Felices los
misioneros que no tienen que ocuparse más que del ministerio. Aquí nosotros
tenemos también que ocuparnos de lo material de la misión, que dificulta
mucho.”[1]
62.- “Yo
me debo a toda la población de mi distrito como San Pablo: ‘Graecis et
Barbaris, sapientibus et insipientibus debitor sum’. ¡Ay, ojalá pueda
decir a la hora de mi muerte como ese Santo Obispo, que no tenía más que 17
herejes, tantos como cristianos había encontrado al llegar? Por
desgracia, hasta hoy todavía la herejía domina en mi parroquia, que cuenta con
más de 3.000 personas. En lugar de un flojo y vicioso, como soy yo, se
necesitaría un santo y celoso sacerdote para aquí, y todo iría bien. Por ello
reza sobre todo, por mi propia conversión. …”[2]
63.-
“En general tengo muchas dificultades y pocos consuelos. Solo, por gracia de
Dios, encuentro dulce y ligero el peso que nuestro buen Maestro ha querido
poner sobre mis espaldas.”?[3]
64.-
“Cuando me llega alguna enfermedad me alegro porque se aproxima mi fin. Me
encuentro enteramente resignado y contento con lo que tengo, y feliz si la
perseverancia corona mis trabajos. Pongámonos en las manos de Dios como
instrumentos en las manos del obrero. En la vida o en la muerte seamos siempre
de Jesús.” [4]
65.- “En
cuanto a mí, Dios sea bendito, estoy siempre igual, con muy buena salud y muy
contento en medio de mis canacas.” [5]
66.-
“Usted conoce mi disponibilidad: Quiero sacrificarme por los pobres leprosos.
Aquí la mies parece estar madura. Rece y haga rezar por mí y por todos
nosotros.”[6]
67.- “Si
tiene muchas intenciones de Misas, envíeme unas pocas. Si no tiene demasiadas
déjeme mis intenciones libres para estos pobres infelices. ¡Qué de moribundos!
¡Qué de miseria! Diga, por favor, a la Superiora que pido oraciones
particulares a toda la comunidad para la conversión de los pobres leprosos y de
toda la isla de Molokai. Que la Santísima Virgen se digne atraer a todos a los
brazos de su Divino Hijo. Toda la repugnancia hacia los leprosos ha
desaparecido. Sin embargo tomo grande precaución…”[7]
68.- “La
Divina Providencia que tiene compasión de los desgraciados, se ha dignado mirar
a su indigno siervo para cuidar espiritualmente de un famoso hospital de
leprosos que nuestro gobierno ha tenido que crear, para preservar del contagio
a todo el archipiélago. Es, pues, en mi condición de Párroco de una parroquia
excepcional de 800 leprosos, cuya mitad es casi toda católica, que me tomo la
libertad de dirigirle estas líneas.”[8]
69.- “Varios
de nuestros queridos cristianos de Kohala también vinieron. No puedo atribuir
más que a la voz del buen Dios, un presentimiento inequívoco de que pronto me
reuniría con ellos en la leprosería. Sin embargo, 8 años de servicio, entre
cristianos a los que se quiere y por los que se es querido, han hecho brotar
profundas raíces de un cariño mutuo. Una simple broma diciendo que yo iría
pronto a Molokai, los emocionó. En fin, al salir de Kohala, para ir a la
bendición de la bonita iglesia del P. Leonor, en el momento en que
montaba a caballo, oí una voz interior que me decía que no vería más a mis
queridos cristianos y a mis 4 bellas capillas. Llorando, eché una última mirada
hacia mi querida cristiandad de Kohala”[9]
70.-
“Durante la bonita fiesta de Wailuku, de la que los Padres probablemente le
habrán hablado, su Excelencia manifestó su deseo de que alguno de nosotros
fuese a visitar la isla de Molokai. Yo vi claramente la realización del
proyecto de la Providencia. El sábado siguiente, en lugar de volver a Kohala,
el barco me dejó en la leprosería. Su Excelencia me acompañó, pero según su
intención, esto no era más que por dos o tres semanas…”[10]
71.- “
Una petición de no sé cuántos leprosos pidiendo a su Excelencia que me dejara
definitivamente con ellos, y otras razones graves más, le determinaron, con el
consentimiento del R. P. Modesto, a dejarme definitivamente en Molokai. Adiós,
pues, querido Kohala…![11]
72.- “Heme
aquí, pues, mi muy Reverendo Padre, en medio de mis queridos leprosos. Son muy
horribles a la vista, pero tienen un alma redimida con el precio de la Sangre
preciosa de nuestro divino Salvador. El mismo con su divino Amor consoló a los
leprosos. Si yo no puedo curarlos como Él, al menos puedo consolarlos, y por el
santo ministerio, que por su bondad Él me ha confiado, espero que muchos de
entre ellos, purificados de la lepra del alma, vayan a presentarse delante de
su tribunal en estado de entrar en la sociedad de los bienaventurados.”[12]
73.- “El
olor infecto que exhalan sus cuerpos y sus heridas, exigiría sobre todo una
iglesia grande para hacer el servicio menos temible. Algunas veces me fue
difícil resistir durante la Santa misa y sermón. Es justo el ‘jam
foetet’ de San Lázaro, pero en fin, nuestro Señor soportó eso, yo
puedo hacer otro tanto. ¡Que este acto de mortificación pueda obtener la
resurrección espiritual a los que de entre ellos todavía no han salido del
sepulcro del pecado, para vivir la vida de la gracia que Dios les ofrece todos
los días!”[13]
74.- “Además
de los consuelos que el corazón del sacerdote encuentra en la iglesia, hay
mucho bien por hacer en las visitas a domicilio: yendo de una cabaña a otra,
casi todas llenas de pobres infelices, que apenas se pueden arrastrar, teniendo
a menudo los pies y las manos comidas por esta horrible enfermedad, y
condenados a respirar un aire infectado. Ordinariamente escuchan con atención
la palabra de salvación que se distribuye a cada uno según sus disposiciones…”[14]
75.- “Considero
como causa principal de la obstinación de mis no convertidos mi
poco buen fondo. A menudo me acuerdo de una comparación del Rvmo. Padre
Eutimio, en nuestro último Retiro Espiritual: "Después de haber predicado
4 o 5 veces en un día, admiro el canal que parte de un depósito seco".
Pida y haga que pidan por mí y por mis queridos feligreses leprosos, para que
Dios, llenando todos los días el depósito de mi corazón con sus gracias, pueda
hacerlas fluir en los corazones de los que son mis hijos en Jesucristo…”[15]
76.- “Te
hago saber mi estado de salud después de 7 meses que estoy en el hospital[16]. No te asustes de esta inscripción de soldado que,
sin embargo, es verdadera. La divina Providencia se ha dignado escoger a tu
indigno hermano para asistir a los pobres desgraciados atacados por la terrible
enfermedad de la que a menudo ha hablado Él en el Evangelio: la lepra que
probablemente no conoces más que de nombre. Esta enfermedad ha comenzado a
extenderse por nuestro archipiélago desde hace unos 10 años de una manera
espantosa. El gobierno se sintió obligado a excluir de la sociedad a todos los
que estaban infectados. Han sido enviados todos estos pobres infelices a un
rincón de la isla de Molokai, como a un exilio perpetuo, encerrados entre
montañas infranqueables por un lado y por otro lado el mar.”[17]
77.- “Este
lugar tenía absolutamente necesidad de un sacerdote, pero esto no era cosa
fácil. Toda comunicación estaba absolutamente prohibida, a no ser que uno se
encerrara con ellos. Habiendo yo estado bajo el paño mortuorio el día de mis
votos, creí que era un deber ofrecerme a su Excelencia, que no tuvo la crueldad
(como él decía) de pedir un tal sacrificio. Por fin, el 10 de mayo último, el
barco me dejó aquí con unos 50 leprosos que los soldados habían recogido en la
isla de Hawaii.”[18]
78.- “Allí
encontré una bonita y pequeña capilla dedicada a Santa Filomena, pero eso era
todo; no habiendo casa para protegerme, viví largo tiempo bajo un árbol por no
querer dormir en las casas de los leprosos. Gracias a la caridad de los blancos
de Honolulu, que vinieron en mi ayuda, tengo el gusto de contarte esto. Aunque
no soy todavía leproso y con la ayuda milagrosa de Dios y de la Santísima
Virgen, espero no serlo nunca, me hago sin embargo leproso con los leprosos.
Cuando predico empleo la expresión: "nosotros los leprosos".
¡Ojalá pueda yo ganarlos a todos para Cristo, como hizo San Pablo!”[19]
79.- “La
lepra es una enfermedad casi incurable. Empieza poco a poco por una corrupción
en la sangre y se manifiesta con manchas negruzcas, primero en la piel, y sobre
todo en la cara. En estas manchas no existe sensibilidad y en poco tiempo todo
el cuerpo se cubre de ellas. Comienzan las llagas especialmente en las manos y
en los pies. Los dedos de los pies y de las manos son casi comidos y
exhalan un olor fétido. Su aliento también envenena el aire. Me ha
costado mucho acostumbrarme. Un día en la misa mayor, estuve a punto de dejar
el altar para respirar aire puro. El recuerdo de Nuestro Señor que abrió la
tumba de Lázaro, me retuvo. Actualmente la delicadeza de mi olfato se ha
acostumbrado. Entro en sus casas infectadas sin dificultad.”[20]
80.- “No
tengo más necesidad de que me envíen intenciones de misas, tengo más de las que
puedo decir. Bien entendido que aquí hacemos todo gratis, Dios sabrá pagarnos
bien, como antes a los Apóstoles. Si nuestro Señor me preguntara: (Lc. XXII,
35): "cuando os envié sin bolsa, sin alforjas, sin sandalias, ¿os faltó
alguna cosa?". Yo tendría que responder como ellos: Nihil Domine
(Nada, Señor).”[21]
81.- “Me
fui y dejé al P. Fabián todo lo que tenía en Kohala. Aquí no tengo nada,
ni un céntimo de renta, y sin embargo, "nada me falta"[22], incluso doy más en limosnas que muchos curas en
Bélgica. He aquí un misterio del que hay que pedir explicación a Aquel que ha
prometido devolver el céntuplo de todo lo que se dejare por Él. Acabo de hacer
la segunda capilla, a 2 millas de aquí, al otro lado del lazareto, que además
de mi trabajo personal, como carpintero, me costó 1.500 Fr., poco más o
menos, y no me quedan más que 25 Fr. de deuda. El bueno de San José
es mi proveedor…”[23]
82.- “Hace
algunos meses, el ministro del Interior me prohibió salir del exilio donde
nuestros leprosos están secuestrados. Era, pues, un prisionero del Estado. Hoy,
una comunicación del consulado francés me anuncia mi liberación. ¡Que Dios sea
Bendito! Dedicándome al cuidado de nuestros queridos enfermos podré
trabajar en la conversión de toda la isla, en la que no hubo jamás un sacerdote
fijo. Reza y haz rezar para que el Señor se digne bendecir su misión.
Necesitaría absolutamente otro sacerdote. Pero ¿dónde encontrarlo? Prepara,
pues, jóvenes sacerdotes. Invito cordialmente a los estudiantes y novicios de
Lovaina a que vengan a ayudarnos. La cosecha está madura.”[24]
83.- “Mi
mayor felicidad es servir al Señor en estos pobres hijos enfermos, rechazados
por los demás hombres. Me esfuerzo por llevarlos a todos por el camino del
cielo. Y a vosotros, mis queridos padres, hermanos y parientes, os hace falta
marchar alegremente por este camino, a fin de que tengamos todos la felicidad
de encontrarnos en el cielo. Los tesoros, las riquezas, aún la vida
corporal, no son nada, si no tratamos de santificar nuestra alma. Rezad mucho
por mí.”[25]
84.- “Considere
bien, querido Padre, la situación de Kalawao; no es que yo tema el trabajo, al
contrario, amo trabajar en las capillas, pero todavía más en la conversión de
mis pobres leprosos. Mande y será obedecido.”[26]
85.- “Teniendo
entre la gente a un cierto número de cristianos selectos, les pediré que recen
por el bienhechor desconocido y por su familia, y esté seguro, señor, de que
Dios le recompensará con el céntuplo por la limosna que usted nos envía.
Procuraré ofrecer a menudo la Sta. Misa por la intención indicada en su carta.
Agradeciéndole en nombre de mis enfermos su generosidad, nos atrevemos aún a
pedirle la limosna de sus oraciones...”[27]
86.- “Sí,
querido Padre, no he olvidado todo lo que ha hecho por mí, siendo novicio. Dios
me guarda de dejarme llevar de una especie de vanidad por un cierto bien que Él
se digna hacer por mi ministerio. Si se habla mucho de mí, tanto en los
periódicos como en las iglesias, toda la gloria sea para el Autor y Ejecutor de
todo bien. En cuanto a mí, desearía permanecer desconocido en la leprosería de
Kalawao, donde me siento feliz y contento en medio de mis numerosos hijos
enfermos. He logrado sobrepasar las delicadezas de la naturaleza, que detesta
todo aquello que huele a lepra.”[28]
87.- “La
muerte santa de nuestro querido padre, creo será más una ganancia que una
pérdida, puesto que ahora tenemos a un intercesor más cerca del Padre Celeste.
Tus frecuentes visitas durante su enfermedad y en el momento de su entierro me
han consolado, al no poder abrazarlo por última vez. Reunido ya con nuestras 4
hermanas, sus hijas, en el paraíso, me gusta contemplar desde este país lejano
el lugar de nuestro encuentro, donde nos esperan. Confío en que ningún miembro
de la familia faltará. Inútil acariciar una esperanza vana de vernos sobre esta
tierra de desterrados.”[29]
88.- “Acabo
de enterrar a uno de mis mejores cristianos, hijo de un testigo de la fe.
También su muerte fue realmente edificante, ¡cómo deseaba ver el cielo! Repito
a menudo como San Pablo: ‘cupio dissolvi et esse cum Christo’ ¡Cómo
se reflejaba en su rostro su fe y su amor, cuando veía que llegaba el Señor,
que yo le traía como Viático! Está enterrado a la sombra de una cruz grande que
planté en el centro de nuestro nuevo cementerio, con cerca de otros 200
leprosos, muertos católicos desde hace año y medio. A pesar de tantos muertos,
mi doble parroquia sigue aumentando con el nacimiento espiritual de muchos de
ellos y con la llegada de nuevos enfermos ya católicos…”[30]
89.-
“Me ha dado mucha tristeza la noticia de la muerte de nuestro venerado padre.
¡Ay, los ha dejado! Espero que su alma goce ya de la felicidad del cielo en
compañía de nuestras hermanas. Allí es donde tenemos que encontrarnos todos un
día, y espero que ningún miembro de la familia falte a la llamada.” [31]
90.-
“Y usted, querida madre, ¿cómo está? ¿Se encuentra siempre valiente y con buena
salud? Las lágrimas vertidas cerca de padre en su lecho de muerte la han, sin
duda, debilitado un poco. ¡Ah! pero ¿por qué llorar tanto? ¿No está mucho mejor
en el cielo que aquí en la tierra? Anhelemos todos la patria celeste y
marchemos valientemente por el camino que allí conduce. Pienso que ya no tiene
que ocuparse tanto de las cosas de la tierra. Ponga el cuidado de todo en manos
de Gerardo y de Dorotea. El tiempo de su vejez estará mejor empleado si trabaja
en la obra de su salvación y, si es posible, cuidando la educación cristiana de
sus nietos.”[32]
91.-
“Aunque esta enfermedad sea contagiosa yo gozo siempre de buena salud y soy muy
feliz en medio de estas infelices criaturas de Dios. Hago todo lo que está en
mis manos para conducirlos por los caminos de la virtud y prepararlos a bien
morir con una santa muerte.”[33]
92.- “Durante
el verano fui a trabajar durante de 4 meses fuera del hospital, como carpintero
para la construcción de una nueva iglesia… No siento vergüenza de
convertirme en obrero, albañil o carpintero cuando se trata de la gloria de
Dios… La costumbre, contraída en casa, de ejercitarme en varios
oficios me es aquí de grande utilidad.”[34]
93.-
“Acabo de recibir su amable Carta Circular y le agradezco de corazón los buenos
consejos verdaderamente paternales que nos da. Con lágrimas ciertamente tengo
el honor de sembrar la semilla divina en medio de mis pobres enfermos.
Miserias, tanto morales como físicas, me deshacen el corazón, rodeándome desde
la mañana hasta la noche. Intento, sin embargo, mostrarme siempre contento para
levantar el ánimo de mis enfermos. Les muestro la muerte como el fin de sus
miserias si quieren convertirse. También muchos ven aproximarse su último
momento con resignación e incluso algunas veces con alegría. Durante este año
he tenido el consuelo de ver morir, por lo menos unos cien, con muy buenas
disposiciones…”[35]
94.- “Como
usted está al corriente de nuestra manera de vivir aquí en la leprosería, esta
vez no le diré más que un saludo de mi parte, haciéndole saber que continúo
feliz y contento entre mis pobres leprosos, e incluso mi salud es hoy mejor que
nunca. Noticias, no tengo. Vivo aquí en un mundo bastante monótono; todo va
poco a poco, el bien como el mal. Sin embargo, el establecimiento está mucho
más tranquilo que los años anteriores. Procuro ser amigo de todos: de los del
gobierno como de los enfermos. No conozco más que un leproso que tiene algo
contra mí; se trata de un ministro calvinista; un leproso comido por la envidia
más que por la lepra. Se divierte publicando artículos contra mí en sus periódicos.
Aunque oculta su nombre se sabe de dónde viene ello y yo no tengo necesidad de
refutarlo... Le perdono de todo corazón. Que Dios le perdone igualmente
por todo lo que hace contra el bien espiritual de tantas almas….”[36]
95.-
“El P. Andrés tiene la costumbre de venir a confesarme cada dos meses. Creo que
es deber mío informarle, como a nuestro primer superior, que ese buen Padre no
está en su sitio aquí en Molokai, ni incluso en las islas Sandwich. Su manera
de hacer y de hablar me han convencido de que no está apegado ni a su puesto,
ni a esta misión, ni incluso a la Congregación. Yo, personalmente, me entiendo
bastante bien con él. No se mete en mis ocupaciones y por prudencia yo no
quiero meterme en las suyas. Le ruego se ponga de acuerdo con los superiores de
aquí y le pido guarde secreto de mi observación…”[37]
96.-
“Trabajemos cada vez más por la salvación de las almas! Yo tengo aquí plena
oportunidad de ejercer mi celo. El año pasado bauticé 80 leprosos, de los que
muchos ya se han ido al cielo, como espero… Casi todos desean morir católicos.
Hago todo lo que puedo por prepararlos bien. En este trabajo es donde encuentro
mi mayor consuelo…”[38]
97.- “Dios
sea alabado por la semilla de celo y de sacrificio que ha depositado en
vuestros jóvenes corazones. Guardad, os ruego, en vuestros corazones estos
sentimientos de amor hacia los miembros que sufren de nuestro divino Maestro;
(es decir, que debemos tener una grande compasión por los enfermos y en
particular por los leprosos, que son especialmente los miembros adolorados de
N.S.J.C.). Rechazad toda duda, toda desconfianza, y arrojáos, como un pequeño
niño, en los brazos de Jesús y de María. El demonio procurará levantar olas más
grandes que las que yo vi en el cabo de Hornos, para hacer perder la vocación
de un joven apóstol. No temáis nada, queridos amigos, pues uno está seguro de
llegar felizmente y tan lejos, siempre que uno no se separe de Dios apegándose
a las cosas vanas de esta tierra. Ante todo, durante la tormenta el corazón
debe permanecer en paz, pues la paz del corazón es un don particular de Dios
para los que se dedican a su servicio. Por ello no dudéis entrar en una
Congregación religiosa, pues mis 12 años de apostolado en misiones, me han
enseñado que el primer deber de un misionero junto a los infieles, es el de
estar totalmente entregado a una orden religiosa...”[39]
98.-
“Dado que la misión entre los leprosos supera otras misiones en dificultades
y en peligros, si Dios os da una más fácil, no tendréis que quejaros. Por ello
os espero a los dos en Molokai, o bien a uno u otro. Cuento con vuestro
espíritu de sacrificio cuando el Señor quiera hacerme el regalo de esta lepra
terrible o de cualquier otra enfermedad…”[40]
99.- “Los
que aquí mueren, mueren casi todos católicos. Mientras que el templo
protestante se vacía cada día un poco más, nosotros no disminuimos. Explíqueme
este fenómeno. Meditemos a menudo lo que el Señor ha hecho por la salvación de
una sola alma y sabremos lo que tendremos que hacer para sacar a centenares del
camino del vicio. Recordemos que J.C, misionero divino, ha precedido sus
predicaciones con la penitencia y la oración. Por ello, queridos jóvenes,
comenzad vuestro apostolado muriendo a vosotros mismos y rezad por los
pecadores y en particular por los leprosos…”[41]
100.- “Perdonad
por no haber respondido enseguida a vuestras cartas del 10 de mayo… Estaba algo
descontento por haber visto mi carta precedente impresa en los ‘Annales’.
Sabed, de una vez para siempre, que no me gusta eso. Desearía
permanecer desconocido para el mundo, y he aquí que por algunas cartas mías
se habla de mí por todas partes en América…”[42]
101.- “¡Pobre
madre!…, Dios quiere enseñarnos a no apegar nuestro corazón a las cosas de este
bajo mundo. Recuerde a menudo que esto no es más que un destierro, y que
aquellos que mueren en el Señor son más felices que usted y que yo aquí abajo.
A veces envidio a mis pobres hijos enfermos, cuando les administro los últimos
sacramentos y cuando los entierro…”[43]
102.- “Continuad
despacio como nuestro querido padre y ante todo sed buenos cristianos, pues en
fin ¿para qué ser ricos en el mundo y después condenarse eternamente? Teniendo
al P. Pánfilo tan cerca, que me han dicho que es un gran misionero de Bélgica,
no quiero predicaros. Sirvamos a Dios bondadoso lo mejor que podamos, cada uno
según su vocación... Digo a menudo la santa misa para que Dios bondadoso se
digne bendecir todos los miembros de la familia, todavía vivos, y por aquellos
que ya han muerto… Adiós, querida madre y queridos hermanos. Rezad por mí…”[44]
103.- “Usted,
querida madre no se entristezca por todas estas cosas temporales. Cuanto más
desapegada esté de los bienes de la tierra y de sus preocupaciones, tanto más
sentirá en el corazón, que Nuestro Señor es el verdadero tesoro para sus
fieles. Dirija todos sus deseos hacia el cielo y trabaje con grande ánimo para
conseguir una morada eterna…” [45]
104.- “¡Ah!,
madre y hermanos, vivamos todos como buenos cristianos con la esperanza de
encontrarnos un día en el cielo. Recen todos los días por su hijo y hermano…”[46]
105.- “La
salud buena, el corazón un poco frío…”[47]
106.- “Mi
gran pena, durante todo el tiempo vivido este año, es la de ver a mi único
compañero (Andrés) alejarse cada vez más de la Congregación y también de la
misión, de sus superiores y de su compañero… Oloha ia Parakiko a me na mea a
pran.”[48] ”[49]
107.- “Yo
sigo estando siempre feliz y contento entre mis queridos leprosos de Molokai.
Mi salud es muy buena y los síntomas de la enfermedad han desaparecido. La
experiencia de seis años me ha hecho ver que no en vano he puesto mi salud bajo
la protección de los SS. Corazones para quedar preservado de esta terrible
enfermedad, contagiosa, que me rodea. El ministerio entre los enfermos continúa
bien…”[50]
108.- “Gracias
a Dios, mi salud es buena, y soy muy feliz de poder ayudar y consolar a esta
pobre gente, desgraciada y desterrada. Nuestras dos iglesias continúan
llenándose bien, y es consolador ver a estos pobres, abandonados por la
sociedad, buscar su salvación para la vida futura en nuestra santa fe.”[51]
109.- “He
aquí ya casi 7 años que vivo entre los leprosos. Durante este largo espacio de
tiempo he tenido la ocasión de ver muy de cerca, y casi tocar con los dedos, la
miseria humana en todo aquello que tiene de más horroroso. La mitad de nuestra
gente son como cadáveres vivientes, a los que los gusanos comienzan ya a
devorar, primero por el interior y después por el exterior, formando llagas
repelentes, que raramente se curan. En cuanto al olor figúrate el ‘jam
foetet’ de la tumba de Lázaro…”[52]
110.- “Como
el cementerio, la iglesia y el presbiterio no forman mas que una parcela,
durante la noche yo soy el guardián de este bonito jardín de muertos, todos
hijos espirituales míos. Encuentro mis delicias rezando allí mi rosario y
meditando sobre la felicidad eterna, de la que ya gozan gran número de ellos,
sobre la desgracia eterna de algunos que no han querido obedecerme, y sobre el
sufrimiento del Purgatorio….”[53]
111.- “Yo
te aseguro, querido hermano, que el cementerio y la caja de mis muertos son mis
mejores libros de meditación, tanto para alimentar mi propio corazón, como para
preparar mis pláticas…”[54]
112.- “La
mayoría de los niños leprosos son católicos. Actualmente no sentimos mucha
oposición por el lado de los protestantes, que se preocupan muy poco de sus
adeptos leprosos. En cambio ocurre todo lo contrario en los lugares que visito
fuera de la leprosería para los que necesitaría un buen sacerdote, lleno de celo
y de paciencia. ¿Dónde están, pues, nuestros jóvenes compatriotas de corazón
generoso, para venir a nuestro campo de batalla, a llenar los huecos que la
muerte y la vejez dejan en nuestras filas? Nuestra misión, muy bien establecida
en Sandwich, sufre de falta de sacerdotes y es el momento de pedir al dueño de
la mies que envíe nuevos trabajadores.”[55]
113.- “A
usted, querida madre, que Dios la recompense, incluso en este mundo, por
la ofrenda de sus 4 hijos a la vida religiosa y eclesiástica. ¡Qué satisfacción
sentimos todos viendo a los hijos de Leoncio y de Gerardo que crecen con tan
buenas disposiciones…”[56]
114.- “He
tenido más de 200 muertos en un año. Todos los que vienen aquí tienen una
enfermedad incurable. De mis feligreses de 1873 hay muy pocos que viven en este
momento. A menudo predico sobre la brevedad de la vida y sobre la necesidad de
estar siempre preparados para tener una santa muerte.”[57]
115.- “Mi
salud aún es excelente y nunca he tenido un motivo para quejarme de la vocación
a la que la Divina Providencia me ha destinado. Estoy muy contento de poder
seguir dándome a los leprosos y no tengo otro deseo en este mundo. Sin embargo,
hay que estar siempre sumiso a la voluntad de los superiores por lo que no les
puedo decir por cuánto tiempo estaré aquí. Espero que esto sea para toda
la vida”[58]
116.- “Muy
querida madre, queridos hermanos y parientes, perseveremos siempre por el buen
camino y recemos unos por otros para estar juntos un día con Dios, la Santísima
Virgen y los Santos en el cielo. Que nadie de toda la familia tenga miedo o sea
negligente para ir a menudo a confesarse….”[59]
117.- “En
cuanto a mi misión de Kalawao, doy a Su Alteza Real y al honorable Comité de
Sanidad mi palabra de Caballero - Comendador de la Orden de Kalakaua, que
consagraré siempre mis fuerzas al bien espiritual y temporal de los
infortunados leprosos… Con todo mi agradecimiento por vuestra bondad para
conmigo.”[60]
118.- “Los
pequeños embrollos del buen P. Regis[61], junto con los
de mi compañero, me dan ocasión de ejercitar mi paciencia, pero tengo el
carácter muy vivo si me incitan demasiado.”[62]
119.- “Por
este pequeño relato puedes ver, querido hermano, que en la isla de Molokai no
falta trabajo para el misionero, y que nuestro divino Salvador sabe otorgar a
sus servidores, en medio de nuestras fatigas y de nuestras penas, dulces y
suaves consuelos, que no se pueden describir. ¡Que no me haga yo indigno de
ellos!”[63]
120.- “Como
temporalmente era yo el solo sacerdote que había en la isla de Molokai, he
tenido que tomar por confesor a Dios Padre, nuestro Señor, residente
habitualmente en el tabernáculo. He aquí, querido hermano, cómo al pie del
altar encuentro la fuerza necesaria en mi soledad. Ahí también es donde me
encuentro todos los días contigo y con todos los buenos Padres de nuestra
querida Congregación…”[64]
121.- “Sin
el Santísimo Sacramento una posición como la mía no sería soportable. Pero
teniendo a nuestro Señor a mi lado, he ahí que continúo siempre alegre y
contento. Y con esta alegría en el corazón y la sonrisa en los labios, se
trabaja con celo para el bien de los pobres infelices leprosos, y poco a poco,
sin demasiado ruido, se hace el bien…”[65]
122.- “Muchas
gracias por su explicación de la palabra ‘toda responsabilidad’. Eso me
satisface y le aseguro que cedería muy contento una parte de ella. En cuanto a
la imposibilidad de un acuerdo cordial no será por mi parte. No pretendo nada y
quiero ceder en todo.” [66]
123.- “Os
renuevo aquí, Monseñor, mi grande deseo de vivir en unión con mi compañero, a
pesar de que no es cosa fácil. Después de que él se ha establecido como maestro
en Kalaupapa, donde mi trabajo como carpintero está aún por acabar, he tenido
que ejercitar mi paciencia durante el trabajo. Espero la intervención de los
legisladores, con respecto a los leprosos, para pediros sacarme de la isla de
Molokai. Ora pro me atque pro nobis…”[67]
124.- “Me
tomo la libertad de exponer a vuestra Excelencia los motivos (ocultos en mi
corazón de sacerdote) que me han llevado a obrar en el ministerio, del que el
P. Alberto se ha escandalizado tanto, y la autoridad religiosa acaba de
prohibirme…. Si mi conducta os desagrada, y siendo mal visto aquí por el P.
Alberto, dejaré voluntariamente la isla de Molokai, si ello es la voluntad de
Dios. Su muy humilde servidor…”[68]
125.- “Si
usted no trabaja por suavizar el temperamento insoportable del P. Alberto, me
verán muy pronto por ahí, aún sin obediencia. Yo no quiero vivir más en guerra
con los hermanos que la Congregación me ha dado en Molokai.”[69]
126.- “Los
periódicos de esta semana citan mi nombre como prueba de que no se debe alarmar
uno tanto por ver leprosos en nuestras pequeñas aldeas. No hay peligro de
contraer esta enfermedad viviendo en su cercanía. Eso es lo que esos señores
juzgan de lo que ellos ven desde el exterior, sin comprender que Dios tiene un
cuidado especial de aquellos que se dedican en su nombre al servicio de los
desafortunados…”[70]
127.- “Por
mi parte, después de mi llegada a la leprosería, he confiado a Nuestro Señor, a
su Santísima Madre y a San José, el cuidado de mi salud. A ellos les toca
protegerme de esta terrible enfermedad, cosa que han hecho hasta ahora, y aún,
en cuanto a lo físico, repito a menudo en medio de los peligros que me rodean: “En
Ti, Señor, he esperado, no sea confundido para siempre”, Pau ia!”[71]…. [72]
128.- “9
de enero.- Lunes, vuelvo a la leprosería donde todo el mundo está
lleno de júbilo al verme. ¡Cuántas noticias he tenido que contar a mis
leprosos! Emprendo de nuevo mis ocupaciones ordinarias encomendando a mis
enfermos y a mí a sus oraciones.”[73]
129.- “Habiendo
tenido cuenta siempre de la susceptibilidad de mi querido Hermano, y
conformándome lo más posible a su manera de ver, le dejo que justifique delante
de Dios y delante de su Obispo sus prejuicios y sus desconfianzas contra mí.
¿Por qué atribuye como motivo de amor propio todo lo que hago para el honor y
el bien de la misión? Miro siempre el cuerpo al que tengo el honor de
pertenecer y de ninguna manera a este miserable yo.”[74]
130.- “Si
se me alaba públicamente, lo acepto por el honor de la misión, pero no por el
mío.”[75]
131.- “Querida
madre, tenga mucho ánimo en la vejez. A medida que pasan los años, ponga cada
vez más su confianza en Dios y dirija todos sus deseos a alcanzar la corona
eterna. Aunque el trabajo es alegría, quiero aconsejarle que no se preocupe
demasiado de las cosas temporales.- deje eso para los más jóvenes, usted ha
trabajado mucho tiempo. Viva un poco en pensión…”[76]
132.- “Leoncio
y Gerardo[77], vosotros también sois ahora ya hombres
de más de cincuenta años; nuestra juventud ha pasado y la vejez está a nuestra
puerta, para advertirnos que este mundo, como todas sus atracciones, no son mas
que un breve momento que pasa muy veloz. Trabajemos, pues, cada uno en su
estado, para recoger tesoros que se puedan llevar consigo al otro mundo.
Vosotras también, queridas sobrinas, me habéis edificado mucho con vuestras
bellas cartas, y espero seáis el apoyo de la abuela y de papá; sed obedientes y
humildes, y que las tentaciones de este mundo no os seduzcan…”[78]
133.- “Recogiendo
poco a poco a los niños alrededor de la iglesia, bajo mi cuidado, el bien
espiritual sigue fácilmente al bien material que se les hace…”[79]
134.- “Acabo
de enviar mi carta y he aquí que el P. Alberto me entrega ésta, que usted le ha
enviado pidiéndome que responda. De nuevo encuentro en ella expresada vuestra
poca confianza en mí, rogándome me esté quieto y no diga ni una
palabra; como si me creyera con más méritos y más dignidad que ustedes.
Repito que no escribí, ni hablé, ni grité con indignación sobre la llegada de
las hermanas aquí. Había incluso perdido casi la esperanza. En el caso de una
visita de la Superiora y otra hermana, en compañía incluso de su reverencia, no
tendría más que barrer un poco mi casa y serían los tres alojados
convenientemente en medio de un pequeño poblado exclusivamente católico. Como
mi presencia podría quizá molestarle, yo podría alejarme. Realmente no me creía
tan bajo en la opinión de mis Superiores...” [80]
135.- “Tocando
el fin de año vengo a echarme a los pies de Su Excelencia como representante,
en su persona sagrada, de la dignidad suprema del sacerdocio eterno de
Jesucristo, implorando su santa bendición para mí y para mis niños de Kalawao
como también para todos los cristianos de Molokai. Durante este año, las
gracias de conversión y de bendición han sido bastante abundantes en la
leprosería. Nuestras dos iglesias continúan siendo muy frecuentadas y lo que le
gustará es que nosotros dos, sus sacerdotes, ahora nos entendemos juntos
perfectamente bien…” [81]
136. - “Todo
lo que yo he sufrido durante el poco tiempo que el P. Andrés ha estado cerca de
mí, me obliga, Excelencia, a deciros con toda el respeto hacia vuestra
Excelencia por razón de vuestra autoridad, que jamás quiero vivir en su
compañía, ni ser su confesor ni su penitente. Usted sabe por qué.
Perdone, Excelencia, por esta observación…”[82]
137. - “Querido
hermano, al haberme impresionado tan vivamente el relato de tu enfermedad, y
como pareces insinuar que puede degenerar en extenuación, lo que espero Dios no
permita, no puedo ocultarte por más tiempo que también yo estoy amenazado de
una enfermedad aún más terrible que la extenuación. Dentro de poco hará ya doce
años que estoy entre los leprosos.”[83]
138. - “La
lepra es enfermedad contagiosa; creo que no tengo motivos para quejarme de la
clara protección que Dios me ha dado. La Virgen y San José también tienen algo
que ver en ello, pues me encuentro hoy tan fuerte y robusto como cuando me
viste partir en 1863, a excepción de mi pie izquierdo, que desde hace tres años
ha perdido casi toda sensibilidad. Es un veneno secreto que amenaza con
envenenar todo el cuerpo. No lo tomemos a broma, sino recemos uno por otro.
Tuyo en los Sagrados Corazones, tu hermano menor.”[84]
139. -
“Al tomar un baño caliente de pies, cometí la imprudencia de meter el pie en el
agua casi hirviendo y se me levantó la piel. Tras un mes de cuidados, la herida
comienza a curarse. Durante quince días he podido decir la santa misa con gran dificultad.
El domingo, para predicar, tengo que sentarme al pie del altar. Así que, en
medio de mis enfermos, yo también me hago el enfermo. Procuro llevar mi cruz
con alegría, como nuestro Señor Jesucristo.”[85]
140. - “Un
médico me ha aconsejado ir a respirar los aires de mi tierra. Por el momento ni
nuestro obispo, ni yo tampoco, lo vemos oportuno y, además, ¿qué sería de mis
pobres enfermos? Por la gloria de Dios y la salvación de las almas espero
permanecer en mi puesto hasta la muerte. Me encuentro feliz y contento y en
condiciones de hacer un poco de bien. Por eso no añoréis demasiado volverme a
ver en este mundo de aquí abajo. Leoncio haría muy bien en destinar uno de sus
numerosos hijos para que venga a reemplazarme. Adiós, mis queridos familiares.
Permanezcamos unidos de corazón en nuestro Señor Jesucristo, en el tiempo y en
la eternidad.”[86]
141.-
“Aun suponiendo que, armándome de mi antigua paciencia, pudiera bastarme para
atender toda la leprosería, su ilustrísima comprenderá fácilmente que debo
renunciar para siempre a todo intento de escalar el "pali" y correr
al otro distrito: ni mi pie ni la conveniencia me lo permiten ya, además de que
no se pueden dejar sin sacerdote 600 leprosos católicos, entre los que
frecuentemente hay muchos moribundos.”[87]
142. - “Si
realmente estoy atacado por esta terrible enfermedad, hay que reconocer
claramente que esto es la muerte acercándose paso a paso. Sin preocuparme
demasiado de mi cuerpo, sí que me preocupa sobre todo mi alma, que pide un buen
confesor. Pues bien, el padre Alberto ha sido realmente un buen guía para mí:
su dirección me ha hecho bien y me sentiría feliz de tenerle como confesor
hasta mi lecho de muerte.”[88]
143. - “Pues
bien, mi reverendo padre, ya no hay duda ninguna para mí, estoy leproso;
¡bendito sea Dios!, no me compadezca demasiado; estoy perfectamente resignado a
mi suerte. No le pido más que una gracia: pida a nuestro reverendísimo padre
envíe a alguien que, una vez por mes, pueda bajar a nuestra tumba para
confesarme y que el tiempo restante se ocupe de las capillas de la otra parte
de la isla en la que no hay enfermos…”[89]
144. - “Soy el
único sacerdote de Molokai, y yo mismo estoy atacado por la terrible
enfermedad. Los microbios de la lepra han anidado definitivamente en mi pierna
izquierda y en mi oreja. Mi párpado comienza a caerse. Ahora ya me es imposible
ir a Honolulú porque la lepra aparece visible. Supongo que mi rostro pronto
quedará desfigurado. Seguro como estoy de la realidad de mi enfermedad,
permanezco tranquilo y resignado e incluso me siento más feliz entre mi gente.
Dios sabe lo que más conviene a mi santificación y con este convencimiento digo
todos los días: "Hágase tu voluntad". Tenga la
bondad de rezar por su probado amigo y encomiéndeme, así como a mis desdichados
leprosos, a todos los siervos de Dios.”[90]
145.-
“Benditos sean los Sagrados Corazones de Jesús y de María por haberos inspirado
derramar saludable bálsamo sobre un dolor interior que me oprimía estos últimos
días, como consecuencia de una pequeña imprudencia por mi parte, que desearía
poder manifestaros en el confesonario. Había hecho las gestiones necesarias
ante las autoridades y preparado mi pequeño equipaje para ir a veros a
Honolulu, cuando me ha llegado vuestra amable carta. Recuperada la paz del
corazón, me ocuparé como de costumbre en preparar a mis cristianos para la
fiesta del domingo próximo.”[91]
146. - “Os
agradezco, monseñor, vuestro interés por el estado de mi enfermedad. El
recuerdo de haber estado postrado bajo el paño mortuorio hace veinticinco años
-- el día de mis votos -- es lo que me ha hecho desafiar el peligro de contraer
esta terrible enfermedad, cumpliendo aquí mi deber y tratando de morir cada vez
más a mí mismo.”[92]
147. - “A
medida que la enfermedad avanza, me encuentro feliz y contento en Kalawao. El
verme privado de un buen confesor tan deseado en ciertos momentos me resulta
más penoso que todo lo demás. Vos lo sabéis, el cura de Kalawao no está aún
confirmado en gracia, a pesar de los pomposos títulos que se le han concedido.
Interceded, os ruego, ante el Señor para que me conceda este favor, y así mi
descontento por no haber conseguido para Molokai uno de los tres sacerdotes
llegados este año ya no tendrá razón de ser.”[93]
148. - “Confieso
con franqueza, monseñor, que el envío del padre Emerance a Hawaii me hizo
sufrir. He hablado de ello al padre Gulstan; pero en lugar de molestaros
con mis quejas y murmuraciones, me he mantenido en silencio, monseñor, quizá
demasiado tiempo para su buen corazón de obispo y de padre, "perdonadme "[94]…..”[95]
149. - “Habiéndome
recomendado su ilustrísima no mantener correspondencia con las autoridades
civiles de Honolulú, me mantengo en un mutismo absoluto y os pido, monseñor,
que me hagáis este encargo, si se presenta la ocasión.”[96]
150. - “En
cuanto al cura de Molokai, sigue con su mismo estilo de vida… Como en la
actualidad soy un poco médico, igual que mi patrón san Damián, procuro
dulcificar, con la gracia de Dios, sus espantosos sufrimientos y conducirlos
así por el camino de la salvación…. Perseveremos en el servicio de Dios, en la
frecuencia de los sacramentos, y recemos los unos por los otros.”[97]
151. - “Nuestro
superior, el padre Leonor, incluso acaba de prohibirme ir a Honolulu, aun
cuando en el intervalo yo quisiera ver a un hermano religioso: no sé bien en
qué va a acabar todo esto. Me resigno, sin embargo, a la divina Providencia y
encuentro mi consuelo en mi único compañero que no me abandona, quiero decir
nuestro divino Salvador en la santa eucaristía.”[98]
152. - “Al
pie del altar es donde me confieso a menudo y allí busco el alivio a las penas
interiores. Delante de él, así como ante la estatua de nuestra santa Madre, es
donde murmuro a veces, suplicando la conservación de mi salud.”[99]
153. - “Llevo
mis dos pequeñas farmacias y siempre mis frascos de medicina en el bolsillo
mientras hago las visitas a domicilio y así procuro imitar a mi santo patrón; a
veces, haciendo el bien en el cuerpo de nuestros desdichados enfermos se llega
poco a poco al alma.”[100]
154. - “El
padre Leonor me amenaza siempre con cortarme inmediatamente una pequeña ración
que le pido, no cada mes como estaba convenido, sino cuando la necesito,
solamente cada dos o tres meses. La Santa Infancia podrá ayudarme por su lado bajo
vuestra dirección, para seguir manteniendo esta buena obra. Es el camino del
cielo para estos desgraciados niños. Murmuro también un poco contra la manera
un tanto tiránica con que este buen padre pretende encarcelarme aquí. Mientras
lo permite mi salud y el gobierno no se opone, ¿por qué mis superiores no
habrán de permitirme la libertad de circular cuando lo necesite? "¡Qué
cabeza dura ese Damián!". Monseñor, conocéis mejor que nadie la
situación que se me ha creado. Aún estoy dudando si exponérsela al superior
general. Rogad por mí. Vuestro hijo sumiso.”[101]
155.- “Por
una especial Providencia de Nuestro Señor que, durante su vida pública, dio
señales de particular compasión para con los leprosos, mi camino, como
sacerdote católico, fue trazado hacia Kalawao en mayo del año de Nuestro Señor
1873…”[102]
156. - “Como
moría tanta gente, mi deber sacerdotal me ofrecía a menudo la ocasión de
visitarlos en sus cabañas, y aunque mis exhortaciones se dirigían especialmente
a los moribundos, llegaban a veces a los oídos de los pecadores públicos,
quienes poco a poco fueron conociendo las consecuencias de su mala conducta y
comenzaron a arrepentirse. La esperanza del perdón de un Salvador
misericordioso comenzaba la reforma de sus vidas…”[103]
157. - “Gran
bondad hacia todos, tierna caridad para con los necesitados, paternal compasión
para los enfermos y los moribundos, junto a una sólida instrucción a mis
oyentes, tal era el procedimiento constante del que me servía para introducir
las buenas costumbres entre los leprosos…”[104]
158. - “Uno
de los medios más eficaces para destruir la inmoralidad ha sido el permiso de
poder casarse, concedido a los leprosos que no estaban ya vinculados por un
matrimonio anterior. Muchos de ellos llevan una vida perfectamente buena.
Declaro con gozo que, gracias a la benevolencia de la administración local,
mi ministerio, que parecía vano al principio, con el cuidado de la divina
Providencia, ha sido coronado con un espléndido suceso, y que las grandes
miserias mencionadas más arriba, casi no existen más… Kalawao, 17 marzo 1886,
Fr. Damián, Sacerdote católico…”[105]
159. - “La
terrible enfermedad que en este momento el Todopoderoso está permitiendo
aparezca exteriormente, ya la esperaba desde que puse el pie en el asilo de los
leprosos, hace ahora trece años. La he aceptado voluntariamente de
antemano. Espero que, gracias a las numerosas oraciones, nuestro Señor me
concederá las gracias necesarias para llevar mi cruz tras él, hasta nuestro Gólgota particular
de Kalawao. Hasta el presente mi salud me permite seguir trabajando como de
costumbre.”[106]
160. - “Reverenda
hermana María Gabriela, no quiero convertirme en un mendigo que recoge dinero;
le pido, sin embargo, que me dé la ayuda de sus fervientes oraciones y las de las
hermanas y de vuestros conocidos. Déme, por favor, una parte de ellas, porque
nuestro divino Salvador me ha llamado a hacer un camino muy penoso y quizá
largo. No sólo mi propia salvación depende de mi perseverancia en su santo
servicio, sino también la salvación de muchos de los desgraciados enfermos que
son aquí compañeros de destierro.”[107]
[1] .
Carta nr. 72, a su hermano P. Pánfilo. Kohala. Hawaii, 14 Julio 1872
[2] .
Carta nr. 72, a su hermano P. Pánfilo. Kohala, Hawaii, 14 Julio 1872
[3] .
Carta nr. 73, a su hermana Paulina. Kohala, Hawaii, 14 de Julio 1872
[4] .
Carta nr. 73, a su hermana Paulina. Kohala, Hawaii, 14 de Julio 1872
[5] .
Carta nr. 74, a sus padres. Kohala. Hawaii, Julio 1872
[6] .
Carta nr. 80, al R.P. Modesto. Kalawao, Molokai,12 Mayo 1873
[7] .
Carta nr. 81, al R.P. Modesto. Kalawao, 20 Mayo 1873
[8] .
Carta nr. 84, al M.R.P. Marcelino Bousquet. Molokai, Leprosería, Agosto 1873
[9] .
Carta nr. 84, al M.R.P. Marcelino Bousquet. Molokai, Leprosería, Agosto 1873
[10] .
Carta nr. 84, al M.R.P. Marcelino Bousquet. Molokai, Leprosería, Agosto 1873
[11] .
Carta nr. 84, al M.R.P. Marcelino Bousquet. Molokai, Leprosería, Agosto 1873
[12] .
Carta nr. 84, al M.R.P. Marcelino Bousquet. Molokai, Leprosería, Agosto 1873
[13] .
Carta nr. 84, al M.R.P. Marcelino Bousquet. Molokai, Leprosería, Agosto 1873
[14] .
Carta nr. 84, al M.R.P. Marcelino Bousquet. Molokai, Leprosería, Agosto 1873
[15] .
Carta nr. 84, al M.R.P. Marcelino Bousquet. Molokai, Leprosería, Agosto 1873
[17] .
Carta nr. 85, a su hermano Pánfilo. Molokai, 25 Noviembre 1873
[18] .
Carta nr. 85, a su hermano Pánfilo. Molokai, 25 Noviembre 1873
[19] .
Carta nr. 85, a su hermano Pánfilo. Molokai, 25 Noviembre 1873
[20] .
Carta nr. 85, a su hermano Pánfilo. Molokai, 25 Noviembre 1873
[21] .
Carta nr. 85, a su hermano Pánfilo. Molokai, 25 Noviembre 1873
[22].
“Nihil deest mihi”, en el original.
[23] .
Carta nr. 85, a su hermano Pánfilo. Molokai, 25 Noviembre 1873
[24] .
Carta nr. 85, a su hermano Pánfilo. Molokai, 25 Noviembre 1873
[25] .
Carta nr. 86, a sus padres y hermanos. 25 Noviembre 1873
[26] .
Carta nr. 88, al R.P. Modesto. Kalawao, 16 Marzo 1874
[27] .
Carta nr. 93, al señor Arthur la Villadière Esq., Molokai, 11 Junio 1874
[28] .
Carta nr. 102, al R.P. Gabriel Germain, Ecónomo. Molokai, 8 Diciembre 1874
[29] .
Carta nr. 103, a su hermano P. Pánfilo. Molokai, 8 Diciembre 1874
[30] .
Carta nr. 103, a su hermano P. Pánfilo. Molokai, 8 Diciembre 1874
[31] .
Carta nr. 104, a su Familia. Molokai, 8 Diciembre 1874
[32] .
Carta nr. 104, a su Familia. Molokai, 8 Diciembre 1874
[33] .
Carta nr. 104, a su Familia. Molokai, 8 Diciembre 1874
[34] .
Carta nr. 104, a su Familia. Molokai, 8 Diciembre 1874
[35] .
Carta nr. 107, al M.R.P. Marcelino Bousquet. Molokai, 17 Diciembre 1874
[36] .
Carta nr. 110, al M.R.P. Marcelino Bousquet. Molokai, 14 Marzo1876
[37] .
Carta nr. 110, al M.R.P. Marcelino Bousquet. Molokai, 14 Marzo 1876
[38] .
Carta nr. 112, a su hermano Pánfilo. Kalawao, 14 Marzo 1876
[39] .
Carta nr. 113, a Juan de Veuster y Leonardo Peeters. Kalawao, Molokai, 15
Marzo 1876
[40] .
Ibidem.
[41] .
Ibidem.
[42] .
Carta nr. 114, a su Familia, Kalawao, Molokai, 15 Marzo 1876
[43] .
Carta nr. 114, a su Familia, Kalawao, Molokai, 15 Marzo 1876
[44] .
Carta nr. 114, a su Familia, Kalawao, Molokai, 15 Marzo 1876
[45] .
Carta nr. 118, a su Familia,. Molokai, Abril 1877
[46] .
Carta nr. 118, a su Familia,. Molokai, Abril 1877
[47] .
Carta nr. 121, al R.P. Modesto, provincial. Kalawao, 25 Febrero 1878
[48] .
‘Hasta vernos en el Paraíso’
[49] .
Carta nr. 129, al R.P. Modesto, provincial. Kalawao, 21 Diciembre 1878
[50] .
Carta nr. 131, al M.R.P. Marcelino Bousquet. Kalawao, 4 Febrero 1879
[51] .
Carta nr. 132, a su hermano P. Pánfilo. Febrero 1879
[52] .
Carta nr. 139, a su hermano Pánfilo. Kalawao, Molokai 31 Enero 1880
[53] .
Carta nr. 139, a su hermano Pánfilo. Kalawao, Molokai 31 Enero 1880
[54] .
Carta nr. 139, a su hermano Pánfilo. Kalawao, Molokai 31 Enero 1880
[55] .
Carta nr. 139, a su hermano Pánfilo. Kalawao, Molokai 31 Enero 1880
[56] .
Carta nr. 140, a su Familia. Kalawao, Molokai, 30-31 Enero 1880
[57] .
Carta nr. 140, a su Familia. Kalawao, Molokai, 30-31 Enero 1880
[58] .
Carta nr. 140, a su Familia. Kalawao, Molokai, 30-31 Enero 1880
[59] .
Carta nr. 140, a su Familia. Kalawao, Molokai, 30-31 Enero 1880
[60] .
Carta nr. 146, a la Princesa Regente Liliuokalani (hawaiana). Octubre 1881
[61] .
Haciendo funciones de Superior provincial
[62] .
Carta nr. 149, a Mgr. H. Köckemann, Kalawao, 6 Diciembre 1881
[63] .
Carta nr. 151. Parte de una carta a su hermano, 13 Diciembre 1881
[64] .
Carta nr. 151. Parte de una carta a su hermano, 13 Diciembre 1881
[65] .
Carta nr. 151. Parte de una carta a su hermano, 13 Diciembre 1881
[66] .
Carta nr. 153, a Mgr. H. Köckemann, Obispo d’Olba, 31 Diciembre 1881
[67] .
Carta nr. 154, a Mgr. H. Köckemann, Molokai, 15 Mayo 1882
[68] .
Carta nr. 154, a Mgr. H. Köckemann, Molokai, 15 Mayo 1882
[69] .
Carta nr. 154, a Mgr. H. Köckemann, Kalawao, 31 Agosto 1882
[70] .
Carta nr. 163, a su hermano Pánfilo. Kalawao, Molokai, 18 Enero 1883
[71] .
‘He acabado, basta.’
[72] .
Carta nr. 163, a su hermano Pánfilo. Kalawao, Molokai, 18 Enero 1883
[73] .
Carta nr. 163, a su hermano Pánfilo. Kalawao, Molokai, 18 Enero 1883
[74] .
Carta nr. 165, a su Exc. Mgr. H. Köckemann. Kalawao, 22 Febrero 1883
[75] .
Carta nr. 165, a su Exc. Mgr. H. Köckemann. Kalawao, 22 Febrero 1883
[76] .
Carta nr. 167, a su Familia. Febrero 1883
[77] .
Sus hermanos
[78] .
Carta nr. 167, a su Familia. Febrero 1883
[79] .
Carta nr. 169, a Mgr. H. Köckemann. Kalawao, 3 Abril 1883
[80] .
Carta nr. 181, al R.P. Leonor. Kalawao, 22 Noviembre 1883
[81] .
Carta nr. 182, a Mgr. H. Köckemann. Kalawao, 31 Diciembre 1883
[82] .
Carta nr. 195, a Mgr. H. Köckemann, Kalawao, 30 de enero 1885
[83] .
Carta nr. 196, a su hermano Pánfilo, Kalawao, Molokai, 31 enero 1885
[84] .
Carta nr. 196, a su hermano Pánfilo, Kalawao, Molokai, 31 enero 1885
[85] .
Carta nr. 197, a su familia, Molokai, 2 febrero 1885
[86] .
Carta nr. 197, a su familia, Molokai, 2 febrero 1885
[87] .
Carta nr. 198, a Mgr. H. Köckemann, Kalawao, 25 de febrero 1885
[88] .
Carta nr. 198, a Mgr. H. Köckemann, Kalawao, 25 de febrero 1885
[89] .
Carta nr. 201, Extracto de una carta al P.Leonor Fouesnel
[90] .
Carta nr. 202, a Charles Warren Stoddard. Kalawao, Molokai, 5 octubre 1885
[91] .
Carta nr. 203, a Mgr. H. Köckemann, Kalawao, 29 octubre 1885
[92] .
Carta nr. 203, a Mgr. H. Köckemann, Kalawao, 29 octubre 1885
[93] .
Carta nr. 203, a Mgr. H. Köckemann, Kalawao, 29octubre 1885
[94] .
Original en hawaiano: ‘e kala mai’
[95] .
Carta nr. 203, a Mgr. H. Köckemann, Kalawao, 29octubre 1885
[96] .
Carta nr. 203, a Mgr. H. Köckemann, Kalawao, 29octubre 1885
[97] .
Carta nr. 204, a su familia, Kalawao, Molokai, 25 noviembre 1885
[98] .
Carta nr. 205, a su hermano Pánfilo, Kalawao, Molokai, 26 noviembre 1885
[99] .
Carta nr. 205, a su hermano Pánfilo, Kalawao, Molokai, 26 noviembre 1885
[100] .
Carta nr. 205, a su hermano Pánfilo, Kalawao, Molokai, 26 noviembre 1885
[101] .
Carta nr. 207, a Mgr. H. Köckemann, Kalawao, 30 diciembre 1885
[102] .
Nr. 209, RELACIÓN del P. Damián sobre la leprosería de Molokai, 17 marzo 1886
[103] .
Nr. 209, RELACIÓN del P. Damián sobre la leprosería de Molokai, 17 marzo 1886
[104] .
Nr. 209, RELACIÓN del P. Damián sobre la leprosería de Molokai, 17 marzo 1886
[105] .
Nr. 209, RELACIÓN del P. Damián sobre la leprosería de Molokai, 17 marzo 1886
[106] .
Carta nr. 210, a Sor Marie-Gabrielle, Kalawao, 25 marzo 1886
[107] .
Carta nr. 210, a Sor Marie-Gabrielle, Kalawao, 25 marzo 1886
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